Repleta de joyas históricas, naturales y gastronómicas, la Comunidad Autónoma de Extremadura es uno de los grandes tesoros escondidos de la Península Ibérica. Las huellas que dejaron los romanos son uno de sus grandes atractivos, igual que la arquitectura que traslada al viajero hasta la Edad Media, su rebosante naturaleza o la belleza de algunos de sus pueblos. Con tres lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco -el conjunto arqueológico de Mérida, el casco histórico de Cáceres y el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe- y con una gastronomía propia, Extremadura se posiciona como un destino ideal para disfrutar de la combinación perfecta entre turismo y cocina local.
Cáceres para todos los públicos
La villa de Cáceres es un buen inicio para comenzar el recorrido gastro-turístico por Extremadura. Nombrada ciudad Patrimonio por su arquitectura medieval perfectamente conservada, en su casco antiguo se encuentra uno de los restaurantes galardonados con tres Estrellas Michelin en la última edición de la gala de la Guía MICHELIN: Atrio, ubicado en Atrio Restaurante Hotel, en el centro de la ciudad. Al frente de sus fogones, el cocinero Toño Pérez se centra en el producto local, como el cerdo ibérico y su dehesa, para llevar al comensal a través de un viaje por su tierra acompañado de algunas de las etiquetas más especiales de su espectacular bodega.
En un antiguo palacio del siglo XV, también en el casco antiguo y en manos de Toño Pérez y José Polo, se puede probar la cocina de Atrio en un concepto más casual. Se llama Torre de Sande y su ambiente informal invita al comensal a disfrutar de los platos más tradicionales y regionales de la comunidad. Embutidos, guisos y carnes al carbón, donde destaca el cerdo, son algunas de las elaboraciones que se pueden encontrar en su carta. Para disfrutar de la cocina contemporánea elaborada con materia prima extremeña hay que visitar La Casa del Sol; para un tapeo de la tierra o un menú del día de cocina local, alBalat; y, si lo que se quiere es disfrutar de los productos extremeños de la dehesa en todo su esplendor, no hay que dejar de pasar por Madruelo, a escasos metros de la Plaza Mayor.
De pueblo en pueblo
El rico entorno natural que rodea el Valle del Jerte, La Vera y el Valle del Ambroz también merecen una visita. Entre bosques, cerezos en flor -en temporada de primavera-, piscinas naturales, rutas de senderismo y cascadas, el noreste de Extremadura se convierte en una alternativa perfecta para la desconexión y la tranquilidad. Pero no solo para descansar cuerpo y mente, también para comer bien en los muchos de los bellos pueblos que se esparcen por esta zona.
En Hervás, con uno de los barrios judíos mejor conservados de España, se puede hacer parada en Nardi, donde su cocina tradicional actualizada ensalza los productos del Valle del Ambroz. Le siguen otros pueblos perfectos para visitar y reponer fuerzas como Zarza de Granadilla con Versátil, de la mano de Alejandro Hernández quién junto a sus hermanos, Jesús David y José Luis, trabajan la alta cocina tradicional con productos extremeños. Y, en la comarca de La Vera, en el mismo edificio que le da nombre se encuentra El Molino (Madrigal de la Vera) donde se sirve un menú degustación sorpresa a orillas de la garganta de Alardos y La Finca – Villa Xarahiz (Jaraíz de la Vera) con un menú del día y otro de temporada en los que no faltan las carnes de ibérico, el cabrito o la lechona.
Paseando entre la historia
Aunque Extremadura cuenta con un buen número de villas bonitas, dos de las más sorprendentes son Trujillo y Zafra. La primera de ellas cuenta con un impresionante conjunto arqueológico con numerosos palacios, casas palaciegas, iglesias y un impactante castillo. Además de pasear por su Plaza Mayor, vale la pena hacer parada en Alberca para reponer fuerzas, una casona de piedra en el casco antiguo donde se centran en la cocina tradicional actualizada y en las brasas. Y, para comer asados y carne a la parrilla, pero esta vez en una terraza junto a la monumental Plaza Mayor, Corral del Rey.
Conocida como “Sevilla la Chica”, con su Plaza Grande, su Plaza Chica y unas bonitas calles que merecen un día para descubrirla, Zafra también es una maravillosa parada para conocer la cocina local. La gastronomía extremeña se fusiona con la argentina en acebuche, creando una experiencia diferente para todo comensal. Y, si lo que se busca es un restaurante de corte más tradicional, La Rebotica, ubicado en el casco viejo en el interior de una casa antigua.
Colindando con Portugal
Siguiendo la ruta turística, haciendo parada en Mérida -la antigua capital de la provincia romana de Lusitania en la que visitar uno de los monumentos más impresionantes de nuestro país, el Teatro Romano-, se llega hasta Badajoz. Sus aires árabes se perciben a lo largo de toda la ciudad, pero especialmente en la Plaza Alta, con sus pórticos de color blanco y rojo, y en su Alcazaba, considerada la más grande de toda Europa. Para disfrutar de la parte gastronómica, de la alta cocina más informal, está Drómo, el espacio de JuanMa Salgado, donde encontrará dos sugerentes menús degustación con detalles de vanguardia. Y, si lo que se busca es disfrutar de buena materia prima centrada en carnes, pescados y mariscos, la recomendación es Galaxia Cocina Pepehillo.
Sin lugar a dudas, Extremadura tiene mucho que ofrecer a los viajeros. Con alternativas para todos los públicos, tanto en gustos gastronómicos como turísticos, esta Comunidad Autónoma es una de las más ricas en historia, cultura, naturaleza y gastronomía. Y este viaje a través de sus lugares más imprescindibles es la prueba de ello.
Suscríbase a nuestra Newsletter y recibirá un avance de las nuevas direcciones seleccionadas por los inspectores de la Guía MICHELIN, recetas exclusivas de los chefs y mucho más.
Encuentre los mejores restaurantes y hoteles del mundo en la web de la Guía MICHELIN y en su App, tanto para iOS como para Android. ¡Inscríbase, haga su lista de favoritos y realice las reservas!
Imagen cabecera: Las tradicionales migas extremeñas de Alberca © Laura Clemente García/Alberca