No están todos los que son, pero sí son todos los que están: los restaurantes que verás a continuación celebran la gastronomía en pueblos con encanto (a veces recónditos, siempre sugerentes) y ofrecen propuestas tan deliciosas como económicas, aptas para todos los públicos. Más allá de la alta cocina de las Estrellas MICHELIN, España cuenta con locales interesantes, memorables y fáciles de disfrutar, con una relación calidad/precio imbatible de norte a sur.
Hablamos de los Bib Gourmand, el premio que otorgan los inspectores de la Guía MICHELIN a aquellos establecimientos que demuestran que la buena mesa no está reñida con el bolsillo. ¿Cómo reconocerlos? Por la inconfundible placa roja en su fachada, donde el Bibendum (el célebre muñeco de la marca) se relame de gusto. Toparte con una de estas placas (o buscarlos en la web de la Guía) es, sin duda, la mejor excusa para cruzar el umbral, dejarte sorprender y marchar con una sonrisa.
Cada uno de los pueblos de este top 10, donde se disfruta de la brisa atlántica de La Palma, del entorno olivarero de Linares (Jaén) o de la remota Sierra de Chía (Huesca), es también una excusa perfecta para viajar. ¿Nos vamos de ruta?
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1. Un homenaje a la cocina del mar entre calles encaladas (Andalucía)
Frente al Parque Natural de Doñana, con unas playas espectaculares que compiten en belleza, zonas de pinares, marismas y un clima suave todo el año, Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) es un enclave estratégico.
Caminando por sus calles blancas, de arquitectura típica, llegamos a El Espejo - Sanlúcar, un encantador Bib Gourmand ubicado en un edificio histórico con patio andaluz. Allí manda el producto autóctono y la 'cocina local, de pensamiento global', como dicen ellos. La propuesta se completa con la riqueza de los sabores marinos y los famosos vinos de Sanlúcar, auténtica seña de identidad popular.
Uno de los salones de este restaurante con (mucho) sabor gaditano ocupa las antiguas caballerizas del hotel Posada de Palacio. Especialmente interesantes son su menú degustación, con Pastel de erizos o Pulpo al pan frito con frijoles de Conil, y su ambiente rústico-actual, frente al ayuntamiento de la localidad, en el Barrio Alto.


2. Sabores de interior en un entorno con historia (Andalucía)
En el interior de Andalucía, sobre un altiplano entre Sierra Morena y el Valle del Guadalquivir, se alza orgulloso Linares (Jaén), pueblo de pasado minero rodeado de encinares, alcornocales y plantaciones de olivos. Palacios señoriales y templos de gran belleza, como Santa María La Mayor, nos van saliendo al paso, igual que lo hace el Coso de Santa Margarita, la famosa plaza de toros donde murió Manolete.
En materia gastronómica, el restaurante Los Sentidos ofrece dos menús degustación (GastrÓleO, que exalta las virtudes del AOVE, y Un guiño a la TIERRA), además de una carta cuidada. Con los mejores productos de la zona y una mirada a las tradiciones 'de interior', el establecimiento hace honor a su nombre y nos invita a disfrutar, con una excelente relación calidad/precio, de sus guisos caseros, platos de caza, productos del río y la huerta.
¿La ubicación? Una antigua y céntrica casona rehabilitada, con fachada de piedra, dirigida por el chef-propietario Juan Pablo Gámez, defensor de una cocina contemporánea que rescata los sabores y recuerdos de Jaén. En las estribaciones de Sierra Morena, el entorno merece ser explorado a pie.


3. El templo de los carnívoros en la Sierra de Chía (Aragón)
Rodeado de montañas, con siete ermitas y apenas 100 habitantes, la localidad oscense de Chía, en la provincia de Huesca, es el lugar perfecto para los amantes de la naturaleza, la historia y la cultura. Sus calles, plazas y casas conservan con orgullo el espíritu pirenaico y, en muchos casos, el dialecto patués.
¡Atención, carnívoros! En Casa Chongastán, un Bib Gourmand ubicado en este pueblo a los pies de la Sierra de Chía, encontrarán un auténtico lugar de culto. Instalado en un edificio de estética alpina, este restaurante familiar cría su propio ganado vacuno autóctono, por lo que la calidad de la materia prima no admite discusión. No en vano, su 'ternera de casa' tiene fama de haber conseguido el nivel perfecto de infiltración de grasa entre sus fibras musculares, lo que le otorga un plus interesante. Además, recupera platos de antaño, fundamentalmente guisos, cocinados con mimo y reposo.


4. Pescados del día con vistas a las salinas de La Palma (Canarias)
Ubicado en la playa de Las Caletas, junto al antiguo faro de Fuencaliente (hoy convertido en Centro de Interpretación de la Reserva Marina de La Palma), El Jardín de la Sal ofrece una panorámica de 360° del mar y las salinas, todo ello en perfecta armonía con el entorno. Playas de aspecto salvaje como la de Echentive, cultivos de plataneras, senderos a lo largo y ancho de un paisaje único, un fondo marino lleno de vida y la épica Ruta de los Volcanes hacen de este lugar de Santa Cruz de La Palma un destino idílico.
El contraste del negro de la tierra volcánica con el azul del mar y el blanco resplandor de las salinas ya justificaría la visita. Pero El Jardín de la Sal va más allá: con una excelente relación calidad/precio, sorprende también con pescados del día de primera (Vieja o pescado rojo de roca) y una cafetería en la planta superior con vistas espectaculares.


5. El mejor cocido lebaniego en los Picos de Europa (Cantabria)
Puerta de los Picos de Europa y posible cuna de Don Pelayo, la pequeña y montañosa villa de Cosgaya, habitada por casonas de piedra robusta y balcones de madera, ofrece al viajero serenidad junto al río Deva y el encanto de la Cantabria rural.
Viajar a Cantabria y no probar uno de los mejores cocidos lebaniegos es casi un delito. El restaurante Bib Gourmand Del Oso (dentro del hotel del mismo nombre), en pleno Valle de Liébana, destaca por la cocina de montaña servida en su entrañable comedor rústico. Con una extraordinaria relación calidad/precio, ofrece platos sencillos, sobrados de sabor, como el de nuestras abuelas. Para los golosos, un dato clave: todos sus postres son caseros.

6. Cocido maragato en un entorno de cuento (Castilla y León)
Castrillo de los Polvazares es una aldea del noroeste de León, parada obligada del Camino de Santiago Francés. Muy cerca de Astorga, este pueblo medieval, poblado en su día por arrieros y labradores, acoge al visitante con sus calles empedradas y su calma; es un lugar perfecto para desconectar.
Quien no haya oído hablar del cocido maragato, tiene en Coscolo la excusa perfecta para comprobar cómo este plato típico de Castilla y León se sirve al contrario: primero la carne, luego los garbanzos y verduras y, para finalizar, ¡la sopa! Aquí todo se elabora ‘en casa’: embutidos, ahumados, salazones y adobos, lo que realza cada bocado. Imprescindible probar su Cecina sobre pan tostado con queso semi curado y aceite de rúcula.


7. 'Soñar' con una cocina actual, divertida y económica (Cataluña)
Aunque Igualada, capital de la comarca del Anoia y situada a pocos kilómetros de Barcelona, es más grande que las localidades anteriores, su encanto reside en el excelente estado de conservación de su casco histórico. Con el paseo recto más largo de España y grandes pórticos medievales, además de restos de muralla, recorrer sus calles es un auténtico placer para los sentidos.
Si hablamos de un restaurante con excelente relación calidad/precio, debemos mencionar Somiatruites, dirigidos por David (chef también en Via Veneto, con una Estrella) y su hermano Xavier Andrés. Estos dos 'soñadores' (significado de 'somiatruites') ocuparon en 2013 una antigua fábrica de curtidos (pieles) junto al Museu de la Pell d'Igualada. Hoy, el local es un espacio gastronómico de referencia, además de hotel, en la comarca de la Anoia.
El establecimiento conserva una estética industrial, con paredes de piedra y ladrillo, además de recortes de cuero en los techos como guiño a su pasado. Ofrece una cocina actual y divertida, con un delicioso y económico menú de mediodía, con productos de calidad y proximidad que cambian cada semana. A su distinción Bib Gourmand, este lugar suma una Estrella Verde por su compromiso con el medio ambiente. Un ejemplo: su cubierta alberga un huerto de 400 m².


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8. Menú degustación sorpresa en un molino de piedra (Extremadura)
Madrigal de La Vera (Cáceres) es un paraje fluvial de postal que invita a la calma. Sirve de puerta natural a la comarca de La Vera y la Sierra de Gredos, una de las zonas más bonitas de Extremadura. Merece la pena pasear por sus calles, con edificios de adobe y entramados de madera a ambos lados, y descubrir su puente romano sobre la garganta de Alardos, rodeada de piscinas naturales.
En este entorno, sobre las bases de un antiguo molino, nos espera el menú degustación sorpresa del restaurante El Molino. Cocina tradicional con elaboraciones sencillas y sabores puros, que realzan las verduras locales y maridan con vinos naturales de autor procedentes de pequeños productores. Una propuesta que marca la diferencia, no solo por su calidad, sino también por su precio, muy razonable. El comensal puede elegir disfrutar en la zona de bar de la entrada, con mesas de piedra de molino, o en uno de sus dos comedores rústicos.

9. Gran barra de pinchos y una casona familiar entre viñedos (La Rioja)
Érase una vez un encantador pueblo riojano en la orilla alavesa del río Ebro, San Vicente de la Sonsierra, con unas vistas increíbles de la Sierra de la Demanda. Senderos entre viñedos, ermitas, necrópolis, lagares rupestres y un castillo medieval impresionante dan forma a una localidad llena de historia y con un rico patrimonio artístico.
Aquí, en una de las cunas del vino de España, Casa Toni riega sus fogones con numerosos guiños a los caldos de la zona. Elaboraciones típicas como el Patorrillo a la Riojana fundamentan el oficio de Jesús Sáez Monge, quien le da a la cocina tradicional riojana un enfoque vanguardista. Muy recomendable su gran barra de pinchos en un ambiente distendido (de decoración rompedora), maridados con los mejores vinos. En cuanto al escenario, no puede ser más privilegiado: una antigua casa familiar con más de 60 años de historia, situada en plena comarca de Haro, rodeada de viñedos y un entorno amurallado de gran interés.

10. Elaboraciones caseras de calidad, a buen precio, entre montañas (Navarra)
Donamaria es un pequeño y tranquilo pueblo navarro rodeado de prados y montañas, con un entorno natural de gran belleza... y un restaurante imprescindible por su calidad y buen precio. Ocupando una venta del siglo XIX, Donamaria'ko Benta es un negocio familiar de ambiente rústico y acogedor (en el que, además, te puedes quedar a dormir; el paisaje bien lo merece). Para comer, proponen una carta tradicional y regional más que interesante, y organizan jornadas gastronómicas en torno a productos de temporada y proximidad.
Las hermanas Lorea y Haizea ('detallista profesional' la primera, y 'chef creativa' la segunda) apuestan por lo casero y natural en este establecimiento con alma de caserío. Imperdonable marcharse de allí sin haber probado su famoso Tiramisú al estilo Donamariako.


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Imagen de cabecera: © SomiatruitesDO/Somiatruites