Muchas veces, sobre todo cuando intentamos explicar una idea, decimos que menos es más: en la pureza de las formas o expresiones está la virtud. Puede que esta fuera la premisa con la que empezaron a trabajar en esta casa, un templo gastronómico que llama la atención por su emplazamiento en un pueblecito con poco más de 50 habitantes.
Venta Moncalvillo - Daroca de Rioja (La Rioja)
Hemos visto muchos restaurantes llevados por hermanos y, en base a la evidencia de su excelencia (El Celler de Can Roca, Cocina Hermanos Torres, Coque…), lo cierto es que la fórmula funciona. Puede que, a parte de la pericia individual en el reparto de las funciones, sea por la sinceridad en las decisiones al tirar, todos a una, del mismo carro.
Aquí, en Venta Moncalvillo, con Ignacio Echapresto tras los fogones y su hermano Carlos al frente tanto de la sala como de la bodega, esas decisiones no exentas de riesgos… ¡han dado sus frutos!
La huerta siempre ha sido una de las piedras angulares en su filosofía culinaria, pero han querido dar un paso más y replantearon el concepto para que esta fuera más evidente. ¿Cómo lo han hecho? Haciendo que sus comensales participen, desde su misma llegada, de una experiencia que les pone en contacto directo con la tierra y sus raíces, con los procesos productivos, con la importancia de la estacionalidad y la cercanía respecto al origen de las materias primas.
Este año han realizado una importante reforma para que los clientes estén en permanente contacto visual con la huerta que les rodea y les nutre (cuando tienen demasiada demanda algunos productos llegan también de otros hortelanos del pueblo). Los primeros aperitivos se pueden tomar en el pozo (depende del tiempo), mientras nos narran sus vínculos con la tierra, o en un salón independiente asomado a ese entorno verde y vivo que luego descubriremos en cada plato.

Aquí abogan por la honestidad y no buscan elaboraciones deliberadamente complejas. Los platos suelen combinar solo dos o tres elementos para que el sabor específico de las verduras y del resto de ingredientes se realce a la perfección, consiguiendo en ocasiones equilibrios simplemente perfectos.
La propuesta, en constante evolución en base a la temporalidad y dotada de personalidad con las hierbas del entorno, se concreta en tres menús degustación —Raíces, Hojas-Flores (totalmente vegetal) y Frutos— que exploran la biodinámica de cada cultivo, como dicen ellos mismos “de una manera consciente, participativa y responsable a la hora de cultivar el suelo”.
Una sorprendente Cuajada de cebolla; un trampantojo que semeja una Hoja de laurel; un pase dedicado a la Zanahoria en el que se juega con distintas variedades y texturas; un plato consagrado al Cardo que se termina con un caldo de setas y que se acompaña con uno de sus famosos vinos de hidromiel; unas Habas frescas de su huerto que combinadas con una yema a baja temperatura, un crujiente brioche y trufa negra no son fáciles de olvidar… y todo esto, acompañado con las mejores carnes y pescados que se pueden conseguir en La Rioja.
En definitiva, una experiencia que no puedes perderte y que, para colmo, también te da la oportunidad de un maravilloso maridaje como complemento, con la opción de descubrir los hidromieles gourmet que realizan, con sus propias abejas, desde Moncalvillo Meadery. Aquí debemos recordar que Carlos Echapresto recibió en 2016 el Premio Nacional de Gastronomía que le reconocía como el Mejor Sumiller de España.
¿No estás deseando ir y darte un homenaje?
Descubrir más:
Prácticas sostenibles de los restaurantes Estrella Verde para aplicar a tu cocina
De la huerta a la mesa: restaurantes que trabajan su propia tierra
Gastropueblos: destinos indispensables para una experiencia turística al completo
Hidromiel: el nuevo mundo del maridaje en la alta cocina
Foto de cabecera: Cebolla y huacatay © Justo Rodríguez/Venta Moncalvillo