Reportajes 7 minutos 16 junio 2023

Su ubicación te sorprenderá

Asombran por su oferta gastronómica, pero también por su ubicación. Hoy viajamos hasta restaurantes de nuestra selección que se encuentran en locales inauditos: desde antiguos vagones de tren, hasta auténticos castillos. Propuestas que han convertido su localización en parte integral de la experiencia, transportando al comensal a un entorno único donde disfrutar de cautivadoras vivencias culinarias.

En El Vagón de Beni, un coqueto restaurante en el corazón de la localidad madrileña de Hoyo de Manzanares, el comedor se dispone en dos antiguos vagones de tren, con una decoración que evoca la época dorada de los viajes en ferrocarril. Una atmósfera mágica en la que podemos disfrutar de una oferta gastronómica basada en el recetario local e internacional, con toques de cocina actual elaborada. Cuentan con una carta corta que, según nos comentan desde el propio restaurante, se enriquece también semanalmente con sugerencias de platos que cambian según mercado.

Interior de uno de los vagones, hoy reconvertido en comedor © El Vagón de Beni
Interior de uno de los vagones, hoy reconvertido en comedor © El Vagón de Beni

Además de en los dos icónicos vagones de tren restaurados, de los años 1895 y 1931, también podemos conocer su propuesta en la terraza, situada en uno de los andenes. Todo el conjunto conforma una suerte de pequeña estación nacida de la imaginación de su creador y propietario, Benito Celestino, que con este proyecto quiso rememorar la experiencia que se podía vivir en los antiguos vagones comedor, en los que se fusionaban el lujo, el placer por el viaje y la experiencia gastronómica. Se combinaban también dos grandes pasiones de su entorno más cercano, la restauración de la familia de su mujer y los vagones de tren por el estrecho vínculo de sus hermanos con el mundo ferroviario.

Con una trayectoria que suma ya más de veintinueve años, este restaurante hizo realidad el sueño de Beni, un apasionado litógrafo que transformó estos dos antiguos vagones en un restaurante único. Tras un arduo proceso de restauración que le tomó alrededor de cinco años, este establecimiento dio sus primeros pasos en el año 1994, marcando así el inicio de una emocionante aventura culinaria sobre raíles. En su carta encontramos platos tradicionales como las Croquetas del Vagón (con carabineros y salsa), las Volandeiras a la Compostelana (con sofrito de cebolla, jamón, tomate y vino blanco, gratinadas con panko), la Corvina (con noodles salteados con zanahoria, pak-choi y salsa de coco), el Solomillo de Ciervo (con crema de castañas y meunière de trufa), así como una buena oferta de postres caseros como el Bizcocho cremoso de chocolate al 64%, que se debe pedir al principio de la comida y que acompañan con helado de violetas.

El bizcocho cremoso de chocolate negro Manjari de Madagascar © Michelin
El bizcocho cremoso de chocolate negro Manjari de Madagascar © Michelin

Si viajamos hasta Alicante, en La Ereta descubrimos un restaurante casi colgado de la muralla del castillo de Santa Bárbara, en un parque homónimo al establecimiento, desde el que podemos contemplar las maravillosas vistas de la bahía de la ciudad. Su chef y propietario, Dani Frías, nos cuenta más sobre este restaurante de construcción moderna, en un edificio que asemeja un cajón hecho de cristal, madera y acero inoxidable. “En La Ereta llevamos desde 2004, año en el que abrimos, siempre con menú degustación y una cocina muy alicantina puesta al día, con la que vamos a cumplir ahora veinte años”.

Exterior del restaurante, todo un prodigio arquitectónico, y sus vistas a la ciudad de Alicante © La Ereta
Exterior del restaurante, todo un prodigio arquitectónico, y sus vistas a la ciudad de Alicante © La Ereta

Frías, formado en restauración en Barcelona y que pasó en su día por los fogones de Martín Berasategui, de Arzak, de Pedro Subijana en Akelaŕe y del maestro pastelero Paco Torreblanca, ofrece aquí, a través de dos menús (Ereta y Degustación) una cocina de base mediterránea y tinte actual, que viaja desde la costa alicantina hasta el interior de la provincia. Platos tradicionales pero actualizados con formas y técnicas modernas, como su Arroz “No seas gallina” o el Rabito de cerdo ibérico, cigala y esparraguines.

Arroz “No seas gallina” © La Ereta
Arroz “No seas gallina” © La Ereta

También podemos disfrutar de un espacio único en Ferretería, que ocupa una antigua tienda del siglo XIX en la que ahora se han cambiado clavos, tuercas y tornillos por platos de cocina tradicional actualizada en base a productos de gran calidad.

Exterior del restaurante © Ferretería
Exterior del restaurante © Ferretería

Elaboraciones como el Steak tartar ferretero con tostadas de croissant o el Pulpo a la parrilla y revolconas, así como una buena selección de postres caseros, “hechos con mucho amor” como ellos mismos indican (con nombres tan evocadores como “Cuando se conocieron el chocolate y el pistacho”), se presentan en este curioso local, que comenzó en el año 2015 como restaurante, y que ubica sus salas en lo que antaño fueron unas carbonerías del siglo XVI en la madrileña calle de Atocha.

Steak tartar ferretero © María Chana – Ferretería
Steak tartar ferretero © María Chana – Ferretería

¿Comer dentro de un auténtico castillo? Es posible en Castillo de Montemayor, un restaurante que ofrece una propuesta gastronómica tradicional puesta al día de la mano de su chef Santiago Agre quien, junto a su pareja en sala, es la cara visible de este singular establecimiento. Además del restaurante y una cafetería, el complejo cuenta con un Centro de Interpretación del Medievo, con visitas guiadas al castillo. Según Agre, “la principal actividad, y gracias a lo cual el Castillo está en funcionamiento y en constante rehabilitación y mantenimiento, es el restaurante. Estamos ubicados en un pueblecito, Montemayor del Río, con unos doscientos habitantes. Yo creo que gracias al restaurante hemos conseguido que aumente el potencial turístico: se han abierto tiendas de recuerdos y talleres artesanos de cestería de castaño, que es la principal actividad económica del pueblo”. Es esa cestería la que el cocinero cree que también afecta directamente al entorno natural, con bosques de castaños que se cuidan especialmente para la obtención de la madera. Asimismo, han nacido gracias a este nuevo turismo otros negocios, como un taller de cerámica, que dinamizan la zona. “Siempre decimos que el producto local no es solo la materia prima, sino también la vajilla, el utilizar los cestos e incluso contar con personal de la zona”.

Exterior del castillo © Ana Belén Fernández González – Castillo de Montemayor
Exterior del castillo © Ana Belén Fernández González – Castillo de Montemayor

Con una base de cocina tradicional, con toques actuales, sorprendentes emplatados y recursos más modernos (no en vano su chef pasó por las cocinas de Víctor Gutiérrez), encontramos en este local platos ya emblemáticos como sus Revolconas con lengua ibérica curada, torreznitos y guindillas piparra, y otros con gran éxito también entre sus comensales como las Flores de calabacín rellenas de farinato “Hergaher” con miel y polen “Reina Kilama” o su Torrija de bolla de Montemayor con crema caramelizada y helado de leche merengada.

Presentación de las Revolconas con lengua curada, torreznitos y piparras © Castillo de Montemayor
Presentación de las Revolconas con lengua curada, torreznitos y piparras © Castillo de Montemayor

Madrigal de la Vera es un bello pueblo extremeño que cuenta, entre otros fantásticos reclamos naturales, con la impresionante garganta de Alardos. Es precisamente a la orilla de sus aguas, que sirven de frontera natural con la provincia de Ávila, donde podemos encontrar el restaurante El Molino. Como su propio nombre indica, se ubica en un auténtico molino de piedra, que hace años funcionó como uno más de los múltiples merenderos situados en el entorno del río (una curiosa oferta hostelera a modo de chiringuitos para los bañistas que llegan aquí en época estival), y que actualmente presenta una zona de bar a la entrada con chimenea y ruedas de moler que hacen las veces de mesas (con una pequeña carta de barra con platillos como ensaladilla, escabeches, cecina, quesos...), así como un sencillo comedor donde podemos disfrutar de un único menú degustación que consta de cinco platos y dos postres.

Interior del restaurante © Kiko Ortega – El Molino
Interior del restaurante © Kiko Ortega – El Molino

Su chef, Ignacio Tirado, nos habla de cómo recaló en un espacio tan singular. “¿Por qué Madrigal? Especialmente porque es el pueblo donde he pasado gran parte de mis vacaciones, porque mi familia es de aquí y siempre habrá un vínculo personal. Estar deslocalizado tiene, como todo, sus pros y sus contras, aunque procuro quedarme con lo positivo (tranquilidad para trabajar, entorno privilegiado...) y trabajar en revertir las cosas negativas (dificultad para cubrir puestos de trabajo, «dependencia» del turista, etcétera)”. Tras más de veinte años trabajando como cocinero en restaurantes como Bodegón Alejandro, a día de hoy la que es su apuesta personal, El Molino, le permite continuar con sus ganas de cocinar con toda la libertad del mundo y a su manera, con un claro enfoque hacia la cocina de corte actual, siendo las verduras frescas de la zona las auténticas protagonistas de su oferta. Trabajan, además, una carta líquida con vinos de pequeños productores, cervezas artesanas y diferentes bebidas que elaboran en el propio restaurante.

Uno de los platos elaborados por el chef Ignacio Tirado © Kiko Ortega – El Molino
Uno de los platos elaborados por el chef Ignacio Tirado © Kiko Ortega – El Molino

Si hablamos de emplazamientos espectaculares, no podemos pasar por alto el restaurante Refectorio, que se halla en un monasterio del siglo XII enclavado en un maravilloso espacio natural con bodegas y viñedos. En su día habitado por monjes de la orden premostratense, aquí podemos encontrar una interesante oferta gastronómica de mano del chef catalán Marc Segarra quien, a través de tres menús degustación (Terruño, Terruño Versión Extendida y Legado), nos adentrará en un recetario de base clásica pero lleno de vanguardia y personalidad.

Vista de la sala del restaurante © Javier Peñas - Refectorio
Vista de la sala del restaurante © Javier Peñas - Refectorio

Con especial énfasis en el producto local y de temporada, surtiéndose de la propia finca, así como de otros productores locales, el vino es también un gran protagonista de la propuesta, como no podría ser menos en este restaurante que forma parte del complejo Abadía Retuerta LeDomaine que incluye, además de Refectorio, otros servicios como hotel y spa, así como una espectacular bodega, el germen de todo este proyecto nacido en el corazón de la Ribera del Duero.

Foie aireado, chutney de sofrito y jamón de pato ahumado © Javier Peñas – Refectorio
Foie aireado, chutney de sofrito y jamón de pato ahumado © Javier Peñas – Refectorio

¿Más restaurantes con una ubicación curiosa?


  • Villena en Segovia, ocupa también un antiguo espacio de culto, en este caso la iglesia del Convento de las Oblatas, en el que se sirven dos menús degustación (Esencia y Gran Menú). Despensa de proximidad con platos tradicionales revisitados en forma de elaboraciones actualizadas.
  • Corral de la Morería Gastronómico. En el denominado “mejor tablao flamenco del mundo”, encontramos dos espacios gastronómicos bien diferenciados, uno más enfocado a un formato más casual del que disfrutar mientras se asiste al espectáculo de flamenco en vivo, y este pequeño espacio gastronómico para tan solo ocho comensales a cargo del chef David García. Ofrece únicamente un menú degustación de tinte moderno, Gargantua, el cual rinde homenaje a los sabores y técnicas culinarias del País Vasco, lugar de origen del cocinero.
  • Si deseas disfrutar de unas de las mejores vistas del skyline madrileño, Élkar, ubicado en la planta 33 de la Torre Emperador ofrece, además, una interesante propuesta basada en cocina de mercado con el sello de los chefs Sergio Ortiz de Zarate (también creador de la propuesta gastronómica del restaurante bilbaíno Zarate) y Beñat Ormaetxea (asimismo al cargo de los fogones del restaurante Jauregibarria).
  • La Carboná ocupa el espacio de una antigua bodega en el centro de Jerez de la Frontera, donde se puede disfrutar a la carta o en la fórmula de menú degustación con dos propuestas especiales (Un solo palo y Lola Carboná). Cocina a cargo de Javier Muñoz Soto, con platos y maridajes en los que el vino de Jerez se convierte en protagonista.
  • Una casa palacio en la zona medieval del casco antiguo de Haro, con un gran trabajo de diseño e interiorismo para su actualización, es donde podemos encontrar el restaurante Nublo. Vanguardia desde la tradición en una propuesta firmada por los chefs Miguel Caño, Llorenç Sagarra, Caio Barcellos y Dani Lasa, que unieron sus caminos tras su paso por Mugaritz.
  • Somiatruites, con una estética industrial de paredes en piedra y ladrillo visto, recupera una antigua fábrica de curtidos en la que el chef David Andrés ofrece una cocina de base tradicional, pero con toques actuales y divertidos, en una interesante carta y también un menú de mediodía, solo disponible los días laborables, de excelente precio. Es posible alojarse en una de las siete habitaciones dobles del hotel homónimo con el que comparte el mismo edificio (ya que se ubica justo encima del restaurante), hoy espectacularmente reformado, en el que fue uno de los barrios curtidores más importantes de Cataluña.
Exterior del hotel restaurante © Adrià Goula - Somiatruites
Exterior del hotel restaurante © Adrià Goula - Somiatruites
  • El edificio donde podemos encontrar La Fundición en el centro de La Granja de San Ildefonso, fue hace siglos una antigua plomería del Real Sitio, construida entre 1722 y 1723 para dar servicio a las obras del Jardín y del Palacio Real, así como a las fábricas de cristales finos y labrados. Un antiguo hospital, que se anexionó a la plomería en el año 1738, forma actualmente también parte del restaurante. Cocina tradicional actualizada, con toques asiáticos y emplatados de nivel, a cargo del chef Aníbal Herrero.

Hasta aquí este viaje por algunos de los destinos más sorprendentes, no solo en lo gastronómico, sino también por los extraordinarios entornos en los que se ubican estos restaurantes. Toda una invitación para disfrutar, este próximo verano, de experiencias culinarias verdaderamente inolvidables.


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Imagen cabecera: La estación de tren recreada en el restaurante El Vagón de Beni © El vagón de Beni

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