En rebanadas de pan de molde, en molletes, brioche, barra, en pan de cristal, pita o naan. La infinidad de bocadillos que se pueden encontrar en los restaurantes es incalculable y, lo mejor de todo, es que los hay para todos los gustos. En pan de cereales, blanco, integral, sin gluten, hecho con masa madre y un sinfín de ingredientes que aportan propiedades organolépticas con las que jugar a través de los sentidos, pero también con sucedáneos de pan, como pieles tostadas, obleas o masas fritas. Los entrepanes se cuelan en las cartas de los restaurantes para ser disfrutados con las manos: estos locales son el ejemplo perfecto de ello.
Rompiendo moldes
En el centro de Madrid, muy cerca de la Gran Vía, se encuentra Arallo Taberna, un gastrobar urbano que rompe conceptos en todo lo que tiene que ver con la cocina del mar a través de la fusión. Sus elaboraciones buscan la inspiración en la cocina viajera con marcadas técnicas orientales. Platos como sus Dumplings de cocido -un clásico ya en la casa y con el que nunca se falla-, el Nigiri de corvina, la Empanada de parrocha o el Tuétano a la brasa, son la muestra de ello. Y, si hablamos de entrepanes, el Bocadillo de cigalas en pan de cristal crujiente acompañado de rúcula y mayonesa de ajo asado y kimuchi, es digno de probar. Pero, ¡ojo!, se encuentra fuera de carta, no te olvides de preguntar por él.
Marcados por la tradición
Nino Redruello y Patxi Zumárraga han hecho de Fismuler, tanto en Madrid como en Barcelona, dos espacios que combinan la estética industrial moderna con la gastronomía de vanguardia centrada en el producto. Igual que los ritmos del mercado, su carta cambia todos los días, sin embargo, su filosofía de trabajo se mantiene intacta y focalizada en la cocina de inspiración regional con guiños actuales, vascos y navarros. Entre las diferentes elaboraciones del día, centradas en la cocina de temporada, podrá degustar (en la Ciudad Condal) su Canapé de gambas y brioche de carrillera con mascarpone y trufa, mientras en Madrid ofrecen un Bocata de oreja brava, para comenzar una comida en su local.
Para chuparse los dedos
Como si de una taberna clásica se tratase, pero con aires modernos y viajeros, así es Taberna Recreo, un espacio que derrocha personalidad y al que se acude a disfrutar a través de su cocina. Pablo Montero y Alejandro Díaz son los artífices de este proyecto que se creó como un espacio para socializar en torno a la gastronomía. Las tapas divertidas, los platos con esencia viajera, la inspiración asiática y la cocina que se come con las manos son la base de una carta llena de color y sabor a la que se le suma un bocadillo que destaca por encima del resto, el Mollete obrador “máximo” con pastrami de picaña, pepinillo, mostaza y manchego.
Casa Gerardo
Fundada en una pequeña parroquia de Prendes (Asturias) en 1882, Casa Gerardo nació como parada de postas para convertirse más adelante en casa de comidas, un legado que hoy día aún lleva a sus espaldas. La autenticidad de la cocina asturiana es su seña de identidad y la base a partir de la que nace un menú que gira alrededor de su entorno más próximo. Los platos de cuchara como las Fabes con almejas o los Callos asturianos, junto con sus pescados y carnes como el Pitu de caleya al estilo tradicional, forman parte de este imaginario local al que se le suma su Bocadillo crujiente de quesos asturianos, un entrante digno de disfrutar para comerse Asturias una vez más.
Comer con las manos
El alma de gastrobar del Mont Bar, sumado a su ubicación en pleno centro de Barcelona, los ha llevado a crear una carta de snacks centrada especialmente en el producto y en una trabajada técnica. Cada una de sus elaboraciones esconde en su interior ingredientes y combinaciones de todas las partes del mundo a través de una serie de mini bocados que destacan, sobre todo, por su originalidad. Es el caso de su Canapé de pollo y calamar, un sucedáneo de bocadillo plagado de color y sabor que se come con las manos y se disfruta con todos los sentidos.
Toques marinos
En la misma calle por la que entran a la ciudad los peregrinos que realizan el Camino de Santiago Francés, se encuentra el restaurante A Maceta. Construido en piedra y con aires desenfadados, este local apuesta por la calidad del producto y las temporadas para crear una cocina fusión que combina el recetario tradicional con el asiático. Además de su menú, en el que trabajan los productos del mar y de la tierra de la zona, cuentan con fueras de carta como su Brioche de chipis fritos, un pequeño bocado para comer con las manos que hace las delicias de los visitantes.
Estilo neoyorkino
Uno de los sándwiches más populares del momento, a lo largo y ancho del globo, es el de pastrami. Su origen, neoyorquino, escarba en las raíces de la diáspora judía que emigró hasta esta ciudad estadounidense para comenzar una nueva vida. Su carne salada y ahumada se ha convertido en un auténtico reclamo en las cartas de los locales, especialmente en Canalla Bistró, la propuesta más informal del cocinero Ricard Camarena. Junto al Sándwich de pastrami estilo Canalla con pan de cereales, ofrecen otras alternativas como el Sándwich crujiente de paletilla de cordero estilo kebab o su Hamburguesa de vaca gallega, cebolla a la plancha, queso cheddar y mostaza.
Estos son solo algunos de los ejemplos de restaurantes en los que disfrutar dejando de lado el cuchillo y el tenedor. Los bocadillos se elevan a una categoría superior para transformarse en bocados gourmet, donde el límite de ingredientes y combinaciones está solo en la imaginación.
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Imagen de cabecera: Bocadillo de roast pork de presa ibérica © Barra Alta
