Sevilla es dueña de un patrimonio artístico y monumental mundialmente valorado, pero también, de un acervo gastronómico único y reconocible, fruto y natural reflejo de la complejidad y sofisticación de su riquísimo legado histórico.
Sevilla luce en su ADN la esencia de la tapa y, sobretodo, del tapeo. Tapear es algo natural para los sevillanos. Más que un hecho culinario, es un hecho social y cultural que une a visitantes y lugareños en una de las principales manifestaciones de la ciudad.
Existen tantas formas de entender la tapa como establecimientos. Desde las más clásicas a las más innovadoras, sencillas o elaboradas: carrillada, solomillo al whisky, papas aliñás, ensaladilla, espinacas con garbanzos, caracoles, pringá… Y muchas formas también de acompañarlas: un buen jerez o manzanilla, una cerveza, un vermut… Incluso tenemos la bebida perfecta para acompañarlas en verano: el gazpacho, una auténtica bebida isotónica, refrescante y natural.
La gastronomía que se puede disfrutar en bares y restaurantes, recoge lo mejor de los productos de nuestra provincia: el cerdo ibérico de bellota de la Sierra Norte, el arroz y la naranja (dulce y amarga), puesto que nuestra provincia es uno de los principales productores de España de ambos productos, el aceite y la aceituna de mesa o los vinos y licores de las diferentes comarcas productoras: Aljarafe, Sierra Norte y Guadalquivir-Doñana.
Sevilla son sus restaurantes clásicos, emblemas de nuestra tradición, las abacerías de productos, algunas con más de 100 años de historia; las freidurías de “pescaíto” frito y churros, los mercados de abastos centenarios llenos de vida y actividades culturales, los dulces de convento.
Es ver la belleza que te rodea mientras tomas el sol en una terraza.
Y al mismo tiempo, la ciudad, siempre dual, revoluciona sus fogones y sus locales. Nuestra oferta gastronómica es cada vez más amplia y seductora gracias a la labor de una enorme cantera de jóvenes chefs y emprendedores de la hostelería. Una nueva cocina sevillana que suele partir de la cocina de mercado y proximidad, de aquello que conocieron en casa, para ofrecer nuevas propuestas en locales de atractivo y cuidado diseño. Las experiencias gastronómicas en Sevilla son cada vez más ricas y sorprendentes, con creaciones que dan el salto al mundo de la alta cocina con osadía y amor por el producto.
Sevilla y la Guía Michelin
Sevilla cada vez está más presente en la Guía Michelin, una realidad que camina en paralelo al auge de la restauración local. La gastronomía sevillana vive unos momentos de esplendor en los que se unen la savia nueva de jóvenes chefs con la experiencia de la escuela tradicional. Un fenómeno de renovación y creatividad no reñida con la pureza y fidelidad a los productos auténticos.
Desde hace más de diez años, el restaurante Abantal ostenta una estrella Michelin, simbolizando el éxito de la búsqueda de una cocina andaluza contemporánea. El chef Julio Fernández ha logrado una cocina personal y fiel al carácter sevillano, a su modo de entender la vida y la comida.
Los establecimientos sevillanos incluidos en la Guía Michelin no se quedan ahí, y es en la distinción Bib Gourmand donde quizás el estilo de la ciudad se adapte de una manera más natural. Así encontramos con dicha mención espectaculares establecimientos repartidos por Sevilla.
En el Arenal, un auténtico gastrobarrio como pocos en España, la Bib Gourmand destaca a Torres y García, local insignia de unos restauradores que han liderado buena parte de la nueva cocina sevillana. Otro restaurante es Cañabota, un sublime paradigma del gusto de Sevilla por los productos del mar que llegan desde las cercanas costas onubenses y gaditanas. Camino del bohemio barrio de la Alameda, encontramos un establecimiento Bib Gourmand que lleva años impresionando a la clientela con una cocina de calidad y un sello inconfundible: El Gallinero de Sandra. Y cierra este recorrido el restaurante Az-zait, en el becqueriano barrio de San Lorenzo, cuyos platos son un soplo de brisa sofisticada en la elegancia natural de una ciudad legendaria.
