La ubicación de Menorca, y de todo el archipiélago balear, en pleno mar Mediterráneo es la característica principal de su gastronomía. Marcada por la influencia de árabes, ingleses y franceses, su cocina a día de hoy es la combinación de la historia y de la cultura de todos los que pasaron por estas tierras.
El arte de la cocina, un libro firmado en 1704 por Fra Roger, fraile franciscano natural de Ciudadela, es uno de los manuscritos más importantes de la cocina menorquina. A través de sus páginas, el religioso hace un viaje por cada uno de los platos tradicionales de la isla de Menorca. Una de las recetas plasmadas en su libro que sigue vigente a día de hoy es el Arroz de la tierra, un plato exclusivo de esta isla que a pesar de su nombre está elaborado únicamente con trigo. También llamado Arròs de moro, este plato acompañado de carne de cerdo que ya se consumía en el medievo, puede probarse en el restaurante Es Molí de Foc. Ubicado en un antiguo molino de fuego del siglo XIX, pegando con una fábrica de cerveza artesanal, este restaurante rústico especializado en cocina actual ofrece tanto a los pescados como a los arroces de la tierra una importancia fundamental, convirtiéndolo en una parada obligatoria para degustar este plato típico de Menorca.
La importancia de los arroces y los frutos del mar se ve reflejada en una de sus elaboraciones insignia, la Caldereta de langosta. La bahía de Fornells es uno de los lugares habituales donde comer este plato preparado con las langostas que viven en las calas de los alrededores de este pueblo marinero. Cocinado en cazuela de barro, como lo hacían tradicionalmente los pescadores, y con una base de sofrito de verduras locales es como lo preparan en el restaurante Es Cranc. Esta casa de aires rústicos y paredes encaladas es famosa, sobre todo, por esta receta marinera. Pero también por la langosta con huevos y patatas fritas, por sus guisos y su paella para todos aquellos que tengan antojo de un viaje con el paladar a la Comunidad Valenciana.
La influencia catalana también se ve reflejada en los guisos tradicionales como el Cap i pota, un plato típico muy parecido a los Callos a la madrileña que se prepara con la cabeza, la pata y la tripa de la ternera. En el restaurante Smoix, en plena Ciutadella, lo preparan a la perfección, igual que los pescados de temporada hechos de diferentes maneras, otro de los indispensables en un viaje a la isla, como las Colitas de rape Santurce, los Filetes de pescado en escabeche de cítricos, el Pescado marinado en lima con picadillo de manzana, verduras y tomatillo verde o el Pescado del día con parmentier de verduras y crema de fumet.
El pescado, convertido en eje fundamental de la gastronomía menorquina, ha encontrado su mejor aliado en la cocina japonesa. La revolución gastronómica mundial ha hecho que ya no sorprendan propuestas como la del restaurante Godai, en el hotel Suites del Lago, donde el cocinero Julián Mármol fusiona lo mejor del país nipón con la cocina de la isla. Platos como el Nigiri de akami con tapenade de alcaparras locales con aceite y especias de Menorca, el Gukan de gamba blanca menorquina, el Futomaki tempurizado de langosta, el Roll de cigala menorquina o las Gyoza de Cap Roig o de ternera Vedella Vermella Menorquina, son ejemplos claros de que la combinación Japón-Menorca está a la orden del día.
El apartado dulce también tiene un listado de clásicos que vienen desde la época medieval como los Rubiols, una pasta rellena que también puede ser salada elaborada con manteca de cerdo, aceite y huevo cortada en semicírculos y rellena de requesón, confitura de frutas o flan. Los Pastissets, típicos de Navidad pero que ahora se encuentran en todas las épocas del año, son también otro de los bocados dulces. Se trata de una pasta gruesa en forma de flor recubierta de azúcar glass. Sin olvidar la clásica Ensaimada, clásica de toda la gastronomía de las Baleares. Ya no hay excusa para degustar gran parte de la cocina tradicional isleña y dejarse llevar por sus sabores en una de las islas más bellas del Mediterráneo.
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Foto cabecera: Caldereta de langosta, el plato emblema de la gastronomía menorquina © Es Cranc/ Es Cranc
