Shinatora Ya (Madrid)
Si el mítico Frank Sinatra se ganó a pulso el apelativo de “La Voz”, este restaurante del barrio de Salamanca bien podría llamarse “La Carne”, pues no es fácil encontrar establecimientos que ofrezcan auténtico Kobe, certificado por el mismísimo Gobierno japonés. El local, cuyo nombre significa “la casa de Sinatra” como homenaje a la relación personal que el cantante y su hijo mantuvieron con el chef-propietario (el también ganadero Jay Hidehisa Joden), sorprende tanto por su estética oriental, con el techo cubierto de bellos parasoles de papel-aceite (wagasa), como por su singular propuesta culinaria. ¿Qué encontrará? Una cocina nipona en la que las exquisitas carnes de Kobe y Wagyu son las grandes protagonistas, elaboradas al estilo Sukiyaki, Yakiniku y Shabu-shabu (algunos de estos platos se pueden degustar con un excelente entrecot de Ávila, más económico). ¡La música de fondo pone la guinda con los éxitos del artista americano!
La Casa del Sol (Cáceres)
¿Busca dónde hacer una pausa durante su visita al Casco Histórico de Cáceres? Una magnífica opción para reponer fuerzas es La Casa del Sol, un proyecto lleno de ambición que arranca con la recuperación de un viejo edificio en piedra, la Casa Vargas-Figueroa, a cargo de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre. El complejo tiene un marcado carácter multidisciplinar y sorprende con varios espacios, cada uno con su propia personalidad: el restaurante, la tapería, la bodega, la tienda, una fantástica terraza-mirador... todos bien actualizados tras una ardua labor de interiorismo. ¿La propuesta culinaria? Una cocina actual-contemporánea que busca el arraigo desde el uso de las mejores materias primas extremeñas, con especial protagonismo para las carnes a la brasa sobre carbón de encina. ¡Su maravillosa terraza, con un frondoso jardín vertical, se asoma al entorno medieval desde las alturas!
Open (Alacant · Alicante)
La vida da muchas vueltas… y si no, que se lo digan a Alberto Calleiros y Javier Prados, los chefs-propietarios, pues pese a estudiar el primero Arquitectura y el segundo Criminología ambos decidieron volver a la tradición hostelera familiar, formarse tras los fogones y retomar su amistad en pos de un proyecto común. ¿El factor diferencial de su propuesta? Explotar una filosofía culinaria de producto, para lo que buscaron un local próximo al Mercado Central y adoptaron el concepto Open Kitchen en un espacio, de aire industrial, no exento de personalidad. Defienden esa idea con la cocina abierta a la sala, una barra donde se puede comer viéndolos trabajar y una carta, de tinte actual, que evoluciona a diario (esto no quita para tener algunas opciones ya fijas: Ensaladilla salvaje, Tortilla de patatas, Callos de bacalao...). Ellos mismos lo explican bien: "Hacemos los platos de bar de toda la vida, pero con un tratamiento gastronómico".
Foto de cabecera: Tarta Alaska, Open. © Salva González/Open