Comer fuera 1 minuto 22 julio 2019

Huesca: alta gastronomía a los pies del Pirineo

Un paseo por las calles de esta tranquila y recoleta ciudad, de apenas cincuenta mil habitantes, supone una invitación a disfrutar en alguno de los restaurantes reconocidos por la guía MICHELIN en la capital oscense.

Bien comunicada con el resto de la península por una moderna red de carreteras y de ferrocarril, la segunda ciudad por número de habitantes en la comunidad de Aragón se enclava en la comarca de la Hoya, desde la que se vislumbra la “puerta de los Pirineos”, como se conoce a la Sierra de Guara.

Con un fantástico legado histórico y cultural, sus calles encierran pequeñas joyas como la iglesia de San Pedro El Viejo, uno de los conjuntos más importantes del románico aragonés con un magnífico claustro del siglo XII; el palacio renacentista del siglo XVI (muy cerca de la catedral gótica de Santa María, con un impresionante retablo mayor renacentista esculpido en alabastro), que actualmente alberga el Ayuntamiento de Huesca (visita obligada es sin duda su Salón de la Justicia, donde se puede contemplar el espectacular lienzo “La Campana de Huesca”, obra del pintor José Casado del Alisal, que recoge una leyenda que forma parte del acervo popular oscense); y un largo etcétera que hacen de esta ciudad un destino perfecto para una escapada de unos días.

Pero además de estas joyas, la ciudad de origen íbero también esconde pequeños tesoros gastronómicos. Es el caso de Lillas Pastia, con 1 estrella MICHELIN en la edición de la guía 2017, que comparte espacio con un bello ejemplo de arquitectura modernista en esta ciudad, el antiguo Casino. Este elegante y distinguido restaurante, que ocupa la planta baja del Círculo Oscense, como también se conoce a este edificio, propone una cocina actual basada en dos menús, con la posibilidad de extraer de ellos los platos que el comensal desee, como si fuera una carta. Su chef Carmelo Bosque es un auténtico apasionado del mundo de la trufa, como deja claro en los menús que prepara en temporada basados en la “tuber melanosporum”, y que hacen las delicias de todos aquellos que disfrutan de los platos elaborados con este producto estacional, que es una de las especialidades de la casa.

También con 1 estrella, el restaurante Las Torres (muy cerca de otra pequeña joya de la ciudad, el moderno edificio que ocupa la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Aragón, obra del arquitecto Antonio Sanmartín, construido en el solar que ocupaba anteriormente un convento de Capuchinas, cuya iglesia anexa se ha conservado) es un negocio familiar que destaca tanto por su elegancia, como por su excelente montaje, mostrando un interior de línea clásica-actual y diferentes ambientes en su distribución. Desde los fogones, el chef Alberto Abadía apuesta por una carta de cocina actual y bases tradicionales, siempre bien complementada por varios menús.

Y con un recién estrenado nuevo espacio en la calle Azara, Tatau Bistro es un gastrobar que destila amabilidad, pasión y una inequívoca personalidad. Su transgresor chef Tonino Valiente ofrece lo que podría ser un menú degustación de un gran restaurante, pero en pequeño formato, con elaboraciones de elevado nivel técnico, productos de calidad y precios razonables en un entorno que recuerda el mundo de los tatuajes, las pin-ups y la música rock. Su nueva ubicación, muy cerca de la céntrica plaza Luis López Allué (en cuyos soportales no podemos perdernos la visita al centenario ultramarinos La Confianza, todo auténtico icono de la ciudad), les ha hecho ganar espacio en un nuevo local, donde el chef y su equipo mantendrán el espíritu provocador que les hizo ganar en el año 2015 la estrella MICHELIN que han revalidado desde entonces.

 

Foto: clodio/iStock

 

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