Viajes 6 minutos 11 octubre 2024

2 días en Bilbao

Recorremos la capital vizcaína durante 48 horas para descubrir su escena hotelera, su arte contemporáneo y el fulgor de restaurantes que aúnan lo tradicional y lo vanguardista.

Renovada por dentro y por fuera, Bilbao ha sabido reinterpretar el signo de los tiempos, evolucionando de su floreciente pasado industrial, tan férreo como sólido, para convertirse en una ciudad cosmopolita que fluye a través de la ría del Nervión. En sus calles, el arte, la arquitectura y la eterna devoción vasca por la gastronomía conviven en una sabrosa armonía. Y, además, la capital vizcaína tiene una de las mayores densidades de restaurantes con Estrella MICHELIN por persona de España.


Día 1: el Bilbao de las siete calles y el Casco Viejo

Mañana

Siete fueron las calles que dieron sentido a la parte antigua de Bilbao, siendo la Plaza Nueva una de las mejores formas de empezar a recorrer la urbe. A cuatro minutos a pie, los Bollos de mantequilla (o los cinnamon rolls) de Charamel Gozotegia, una pastelería de nuevo cuño donde lo tradicional y lo contemporáneo se funden, nos dan fuerzas para empezar el día. Sin embargo, conviene ser cauto en el desayuno en el Casco Viejo. Siguiendo la ruta sacra de la Catedral de Santiago, la iglesia de San Nicolás de Bari o tras aproximarse a la iglesia de San Antón, un Bilbao a base de pintxos nos espera, con el mediodía como rampa de salida.

Vista aérea del casco antiguo de Bilbao © 9parusnikov/iStock
Vista aérea del casco antiguo de Bilbao © 9parusnikov/iStock

Antes merece la pena, ya que se está en la margen derecha de la ría, aproximarse al Mercado de la Ribera, templo foodie de la capital vizcaína. Aquí, desde hace casi 100 años (los cumplirá en 2029), el bullicio habitual de sus puestos marca el paso de la ciudad. Verduras y hortalizas; pescados, carnes, chacinas, encurtidos, panes, quesos… En el Mercado de la Ribera, lo que se quiera, se tiene.

Mercado de la Ribera junto al río Nervión © Gustavo Muñoz Soriano /iStock
Mercado de la Ribera junto al río Nervión © Gustavo Muñoz Soriano /iStock

Tras esta incursión al proveedor, conviene recuperar el paso del pintxo. La Plaza Nueva es el cuadrilátero más deseado del Casco Viejo. Valgan algunas pinceladas para abrir boca. Las patatas rellenas, las croquetas de centollo, las rabas de calamar y el bilbainito (huevo duro, langostino y mahonesa) ofrecidas aquí son fundamentales. Ya fuera de este ‘ring’, acercarse al Bar Fermín y tocar el palo de uno de sus pintxos de bacalao o hacer lo propio en Los Fueros también es crucial. En este último establecimiento, que abrió sus puertas en 1878 como Bar Colón, no es nada descabellado reservar para comer, pues este Bib Gourmand y sus medias raciones (incluida la de Gambas a la plancha) son toda una tentación.

Empanada de anchoas del Cantábrico cocinada al momento © Paul Ibarra/Los Fueros
Empanada de anchoas del Cantábrico cocinada al momento © Paul Ibarra/Los Fueros

Comida

Con esta colección de pintxos en el zurrón, la hora de la comida invita de nuevo a ser cautos. Nada más cruzar la ría, la margen izquierda tienta desde un Bib Gourmand cuyo nombre no requiere explicaciones: el Al Margen. Desenfadado y original, este joven local se presta con una opción de menú degustación y con una carta sencilla con varios platos para compartir.

También a este lado de la ría, el Estrella MICHELIN Mina, regentado por Álvaro Garrido en el muelle Marzana, desvela una cocina de autor en la que nunca deja al producto atrás. Sirve dos menús degustación (el Completo, de 14 pasos, y el Reducido, de 10 pasos), donde el pescado es fundamental, especialmente aquellos de gran arraigo en la cultura vasca, como la triple ‘B’ del bacalao, besugo y bonito, siempre respetando las temporadas.

Álvaro Garrido abrió Mina en 2006 junto a su pareja, Lara Martín © vicugo/Mina
Álvaro Garrido abrió Mina en 2006 junto a su pareja, Lara Martín © vicugo/Mina

Tarde y noche

Tras el festín, se puede proseguir en la margen izquierda con un buen café de especialidad –o una cerveza artesanal– en el cercano Bihotz Café, pero también caminar por los muelles para aproximarse a la parte nueva de la ciudad. En esta senda, al pie de la ría, conviene levantar la vista al paso de la Estación de la Concordia: su fachada art déco está más fotogénica que nunca.

Aquí, un sencillo giro nos devolverá al Casco Viejo, donde podemos dirigirnos al hotel Tayko para descansar y luego cenar. Este edificio centenario (se levantó en 1924), recientemente remodelado, es el escenario donde el chef Martín Berasategui desentraña su cocina en Bilbao. Dentro del restaurante Ola Martin Berasategui, su discípulo Raúl Cabrera –el apodo del chef es Pintxo, las explicaciones son evidentes– ofrece dos menús degustación: Ola y Lo mejor de la cocina de Martín Berasategui.

Ostra, bao frito de alga codium y su tartar ©Ariz Tabuyo/Ola Martín Berasategui
Ostra, bao frito de alga codium y su tartar ©Ariz Tabuyo/Ola Martín Berasategui

Después del maratón gastronómico por el Casco Viejo, el hotel Tayko es perfecto para recargar las pilas, ya sea en sus individuales pero coquetas habitaciones o en sus junior suites.

Amarillo y elegante en el Casco Viejo de Bilbao, el edificio del hotel Tayko tiene más de 100 años de historia © Tayko
Amarillo y elegante en el Casco Viejo de Bilbao, el edificio del hotel Tayko tiene más de 100 años de historia © Tayko

Día 2: verde, moderna y golosa

Mañana

La Bodega de Ola, dento del hotel Tayko, sirve para dar los buenos días de manera energizante. Es un restaurante seleccionado por la Guía MICHELIN donde disfrutar de un brunch con huevos benedictinos con panceta ibérica, yogur natural y vegan wrap.

El interior de La Bodega de Ola, ubicada en el hotel Tayko © BIDERBOST/La Bodega de Ola
El interior de La Bodega de Ola, ubicada en el hotel Tayko © BIDERBOST/La Bodega de Ola

Con este repostaje, será pan comido encarar la calle de la Ribera para embocar el puente del Arenal, nexo entre los dos corazones de la ciudad. Aquí despega el Bilbao decimonónico, el del Ensanche, la alta burguesía y el ejemplo de planificación urbanística de Severino de Achúcarro, el arquitecto que lo plasmó.

Saluda la Gran Vía de Don Diego López de Haro, salpicada de árboles y comercios centenarios. En esta misma vía, una opción es hacer un alto a primera hora para entregarse al placer dulce del bollo de mantequilla de Arrese 1852 o, si caminamos un poco más, de la carolina de Martina de Zuricalday. Entre medias no bajemos la vista al suelo. Si la Gran Vía es la columna vertebral del ensanche, la majestuosa Plaza Federico Moyúa es su corazón.

Con el síndrome de Stendhal a cuestas, es hora de buscar algo salado. Aquí se puede apostar por los pinchos morunos del Café Iruña, toda una institución frente a los Jardines de Albia. No lejos se ubica Azkuna Zentroa, eternamente conocido por los bilbaínos como La Alhóndiga. Actúa como sede cultural y su planta baja, cuajada de columnas de diseño, siempre merece un buen paseo.

Palacio Chavarri en la Plaza Federico Moyúa, en el corazón del ensanche © saiko3p/iStock
Palacio Chavarri en la Plaza Federico Moyúa, en el corazón del ensanche © saiko3p/iStock

Comida

Desde aquí la ruta invita a pensar en la hora de la comida. Dentro del Azkuna Zentroa y recomendado por la Guía MICHELIN, Yandiola ofrece una propuesta basada en la cocina vizcaína. Aquí, además, su terraza es la tentación ideal para estirar la sobremesa y disfrutar de cócteles, algunos sin alcohol, o de su generosa carta de cavas y champagnes.

Otro camino es Zarate. Con el chef Sergio Ortiz de Zarate a los mandos y con una Estrella MICHELIN, es el restaurante ideal para entregarse a las tentaciones del producto y para comprobar cómo en Euskadi el mar y montaña también tienen embajadores. Ofrece opciones tanto a la carta como en dos menús degustación de 13 y 17 pases, con platos como el Solomillo con mejillones o el Risotto de begihaundi (chipirón) sin arroz.

En Zarate se puede disfrutar de menú degustación y de cocina a la carta © Zarate
En Zarate se puede disfrutar de menú degustación y de cocina a la carta © Zarate

Tarde

De nuevo en la calle, es hora de reconectar lo verde y lo contemporáneo en la capital vizcaína. Estirar las piernas y acercarse a los parques Doña Casilda Iturrizar y República de Abando son planes siempre apetecibles. Estos dos pulmones de Bilbao son también el punto de partida ideal para encarar una tarde imprescindible: la del Museo Guggenheim.

Diseñado por el arquitecto Frank Gehry y abierto al público en el año 1997, el Museo Guggenheim supuso el trampolín definitivo de Bilbao para entrar en el siglo XXI. Podemos saludar a Puppy —la escultura floral más grande del mundo, ubicada delante del museo—, del diseñador Jeff Koons, y luego adentrarnos en uno de los mejores centros de arte moderno de toda Europa. Aquí, tenemos la ocasión de admirar obras de artistas españoles como Eduardo Chillida, Antoni Tàpies o Miquel Barceló y de tótems universales como Mark Rothko o Julian Schnabel.

Interiores del restaurante Nerua Guggenheim Bilbao, ubicado dentro del museo © Anton Briansó/Nerua Guggenheim Bilbao
Interiores del restaurante Nerua Guggenheim Bilbao, ubicado dentro del museo © Anton Briansó/Nerua Guggenheim Bilbao

Cena

Tras este atracón de arte, la cena nos espera. Cerca del museo se encuentran varias alternativas, pero una de ellas está dentro del propio Guggenheim. Se trata del restaurante Nerua Guggenheim Bilbao, un Estrella MICHELIN comandado por Josean Alija en el que carta y menú degustación confluyen para recuperar los sabores de toda la vida con la innovación por bandera. El maridaje, con propuestas internacionalistas, siempre es bien recibido.

No lejos, Islares invita a seguir recorriendo mundo. El chef Julen Bergantiños ha diseñado los menús A-8 y N-634 como un viaje a través del Cantábrico, en un local de inspiración natural, con la madera muy protagonista, y donde el pan, teniendo en cuenta los fondos y salsas que Julen prepara, también es muy protagonista.

Julén Bergantiños nos invita a recorrer la cornisa cantábrica desde Islares © Haydé Negro/Islares
Julén Bergantiños nos invita a recorrer la cornisa cantábrica desde Islares © Haydé Negro/Islares

Copa y hotel

Tras este despliegue, Bilbao bien merece un brindis. Acercarse al Residence Café, donde oficia el bartender Manu Iturregui, es el mejor broche entre copas para un par de días en la capital vizcaína. Coctelería clásica de autor y una de las mejores colecciones de whiskies de España –alegrada con buena música– conforman los mimbres de un local fundamental para bilbotarras y viajeros.

09 Cóctel Old Fashioned © Pablo Urkiola & Residence Café
09 Cóctel Old Fashioned © Pablo Urkiola & Residence Café

Ya con la noche sobre nuestras espaldas, el colofón se puede poner en The Artist Grand Hotel of Art, que mira frente a frente al Guggenheim como reducto también vanguardista en la alameda de Mazarredo. Siempre con el diseño como leitmov, este hotel ofrece 145 habitaciones donde despertares –y desayunos– dan los buenos días al museo.

Azotea del hotel con vistas al Museo Guggenheim Bilbao © The Artist Grand Hotel of Art.
Azotea del hotel con vistas al Museo Guggenheim Bilbao © The Artist Grand Hotel of Art.

Direcciones
Charamel Gozotegia | Casco Viejo: Calle Jardines, 2, 48005, Bilbao.
Café Bar Bilbao: Plaza Nueva, 6, 48005, Bilbao.
Restaurante Víctor Montes: Plaza Nueva, 8, 48005, Bilbao.
Bar Fermín: Calle Iturribide, 6, 48006, Bilbao.
Mercado de la Ribera: Calle Ribera s/n, 48005, Bilbao.
Bihotz Café: Calle Arechaga, 6, 48003, Bilbao.
Estación de la Concordia: Calle de Bailén, 2, 48003, Bilbao.
Pastelería Arrese 1852: Gran Vía de Don Diego López de Haro, 24, 48001, Bilbao.
Pastelería Martina de Zuricalday: Plaza de San José, 3, 48009, Bilbao.
Café Iruña: Calle Colón de Larreátegui, 13, 48001, Bilbao.
La taberna de Zarate: Calle Fernández del Campo, 35, 48010, Bilbao.
Azkuna Zentroa - Alhóndiga Bilbao: Plaza Arriquíbar, 4, 48010, Bilbao.
Parque Doña Casilda Iturrizar: Abando, 48809, Bilbao.
Parque República de Abando: Plaza Euskadi, 10, 48009, Bilbao.
Museo Guggenheim Bilbao: Avenida de Abandoibarra, 2, 48009, Bilbao.
Residence Café: Calle Barraincúa, 1, 48009, Bilbao.


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Paisaje urbano de Bilbao al atardecer con el Guggenheim como protagonista © Eloi_Omella/iStock

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