Comer fuera 1 minuto 05 septiembre 2019

Pucheros divinos: la gastronomía de Ávila

De la Sopa castellana a las Judías de El Barco, pasando por el célebre Chuletón. Algunos buenos motivos para visitar la ciudad de Santa Teresa.

Un paseo por las calles de Ávila siempre apetece. Incluso en invierno, cuando el frío obliga a buscar amparo en algún restaurante. Y es que la gastronomía abulense parece estar hecha para agasajar al afortunado comensal, para llenar no solo su estómago, sino también su espíritu. Por algo Santa Teresa de Jesús afirmaba que… ¡Dios también andaba entre los pucheros de la cocina!

A esta ilustre ciudadana abulense está dedicada una de las especialidades de la ciudad: las Yemas de Santa Teresa. Se trata de pequeños pasteles esféricos a base de huevo y azúcar creados por el pastelero Isabelo Sánchez a mediados del siglo XIX.

El comedor del Parador de Ávila, recomendado por la guía MICHELIN, es una buena opción para descubrir este bocado dulce, junto con otros hitos de la gastronomía de la ciudad como las Judías de El Barco, el Cochinillo asado (también llamado Tostón) o el famoso Chuletón de Ternera Avileña.

Las Judías de El Barco se cultivan en la comarca agrícola denominada Barco de Ávila-Piedrahíta. Tienen color, tamaño y forma variada y son las grandes protagonistas de esos platos de cuchara que “calientan el corazón” típicos de la cocina de Ávila. Solo la Sopa castellana –a base de pan, ajo, agua, sal, pimentón, trocitos de jamón y huevos escalfados– es capaz de hacerles sombra. 

Aunque la auténtica estrella de la mesa es el Chuletón, corte de ternera autóctona Avileña-Negra ibérica. Se prepara a la parrilla y poco hecho y es el bocado perfecto para compartir, pues su peso puede variar de 500 gr a más de un kilo.

Esta especialidad se puede saborear en varios establecimientos seleccionados por la guía MICHELIN, como Corral, un  restaurante de cocina regional ubicado a las afueras. Los inspectores de la guía también recomiendan probar los platos de cuchara, como la Sopa Castellana o las Judías de El Barco con chorizo y oreja de cerdo.

Aquí también se puede saborear otra especialidad abulense como las Patatas Revolconas, patatas cocidas, machacadas y revueltas (o meneadas, “meneás”, removidas, de ahí su nombre) con pimentón y carne de matanza. El restaurante Las Cancelas las propone con torreznos y machacadas con pimentón ahumado de Candeleda, un ingrediente autóctono con mucha tradición.   

El Almacén es un establecimiento de cocina tradicional con pinceladas modernas ubicado en un antiguo almacén a orillas del río. En este local puede degustarse una amplia variedad de carnes frescas: del Chuletón de Avileño al Solomillo a las uvas con trufa, pasando por el Pichón asado con uvas y pasas y la Pintada deshuesada, rellena de foie y asada.

Si el día se hace demasiado corto para probar todos esos platos, quizá no sea mala idea alargar un poco la estancia.

Aparte del Parador, la guía MICHELIN recomienda quedarse en el hotel urbano con toques rústicos Las Leyendas, ubicado a los pies de la muralla. Dispone de 19 habitaciones, algunas de ellas con unas bonitas vistas al valle de Amblés.

Su restaurante apuesta por una cocina moderna e internacional, sin por eso dejar de lado los platos tradicionales y en algunas ocasiones la fusión de distintos tipos de cocina.. El Chuletón de Ávila con patatas y salsa criolla, los Pimientos rellenos de morcilla y pera caramelizada con mousse de ajoblanco o el Chorizo casero de Ávila a la sidra Pomar de Gredos, con patatas al ali oli de ajo negro, son un buen ejemplo de ello.

 

Foto: MICHELIN

 

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