Desde limoneros hasta viñedos, y de salazones a embutidos con raíces en las tres culturas, la Región de Murcia, que será el palco de la Gala de la Guía MICHELIN el próximo 26 de noviembre de 2024, se llena de patrimonio y gastronomía. Encontramos calderos marineros a pie de playa y arrozales en la sierra; bordados medievales que engalanan los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz y herencias milenarias cartaginesas. Aquí exploramos este territorio siguiendo dos rutas en moto, diseñadas y homologadas por la Real Federación Motociclista Española: una por el litoral y otra por el interior. Ambas invitan a disfrutar de la tierra, el mar y el aire de esta región con los cinco sentidos.
Ruta 1. Costa cálida, de Gredas a gambas
Casi 300 kilómetros de costa diseñan el perfil marinero de la Región de Murcia. Desde Águilas hasta San Javier, cruzando Cartagena y La Manga del Mar Menor, nuestro primer recorrido en moto sigue el litoral que recibe el nombre de Costa Cálida. Este trayecto invita a dejarse guiar por el azul del Mediterráneo y habla de historia, tradición, naturaleza casi irreal y una gastronomía que tiene en el mar su mayor tesoro.
De Águilas a Mazarrón
Iniciamos la ruta en Águilas, un municipio donde la gamba roja nos seduce desde el primer momento. Contemplar el amanecer aguileño y comprobar cómo los barcos descargan con primor a este crustáceo es una buena forma de abrir boca. Si pasas por esta ciudad en febrero, no te puedes perder su carnaval, considerado Fiesta de Interés Turístico Internacional.Desde Águilas, ponemos rumbo a Mazarrón. El recorrido nos lleva por Calabardina y Cabo Cope, donde el Mirador de las Puntas de Calnegre invita a detenerse y retratar una panorámica. Más adelante, justo antes de llegar al puerto de Mazarrón, nos aguarda uno de los mejores caprichos geológicos de la península ibérica: las Gredas de Bolnuevo. Estas formaciones rocosas parecen un bosque de setas talladas en arenisca por antojo de la erosión.
Mar adentro, Mazarrón reafirma el valor de sus salazones y ofrece excursiones en barco para avistar cetáceos y descubrir la fauna marina local. Aquí es posible ver tortugas, delfines, lobos marinos, calderones y, en determinados momentos del año, incluso cachalotes y rorcuales. Pero no solo los mares de este municipio nos brindan riquezas; de sus tierras provienen algunos de los mejores tomates de España, por lo que vale la pena parar y comprar provisiones. Si visitas Mazarrón en noviembre, no te pierdas una pequeña romería local, la de las Fiestas del Milagro, que termina con los placeres gastronómicos de una moraga de sardinas.
Llegando a Cartagena
De vuelta a la ruta, el serpenteo costero nos guía en dirección a la trimilenaria ciudad de Cartagena. Si tenemos tiempo, hacemos unos kilómetros extra y nos desviamos antes hacia Isla Plana, Cabo Tiñoso y Sierra de la Muela, esta última con una sorprendente formación montañosa de bosques y riscos.Con la mochila cargada de fotografías de la naturaleza, Cartagena nos abre sus puertas al pasado. Aquí, el legado de fenicios, cartagineses y romanos se manifiesta antes de dar paso a la historia contemporánea. Visitar el Museo Nacional de Arqueología Subacuático y el Museo del Teatro Romano de Cartagena sirve de preludio para luego recorrer el casco antiguo y comprobar los vestigios milenarios entre murallas, anfiteatros y foros.
En el municipio, una parada gastronómica muy apetecible es Magoga. Dirigido por la chef local María Gómez, secundada en sala y sumillería por Adrián de Marcos, este restaurante con una Estrella MICHELIN desentraña los tres milenios de cultura gastronómica cartagenera con una propuesta que honra el mar, la tierra y el kilómetro cero. Una recomendación: no dejes de rematar la experiencia en este establecimiento familiar degustando su carro de quesos.
De Cabo de Palos a San Pedro del Pinatar
Sobre dos ruedas, llegamos a uno de los enclaves más destacados del litoral de la región: Cabo de Palos. Desde el sobrio y elegante Faro hasta las inmersiones en la Reserva Marina de Cabo de Palos - Islas Hormigas, aquí todo gira en torno al mar.Como en todo buen viaje, hay que prescindir de algo para tener una buena excusa para regresar, así que dejaremos la visita a La Manga del Mar Menor, vecina de Cabo de Palos, para otra escapada. Nuestra ruta continúa hacia San Pedro del Pinatar, uno de los pueblos más singulares de la región. Curtida por la influencia pesquera, pero también por sus salinas y arenales, esta localidad ha sido, desde tiempos inmemoriales, un lugar clave para la industria salazonera. Mújol, maruca, atún y bonito forman un cuarteto fundamental como souvenir gastronómico, junto a las huevas y la mojama.
En el centro del pueblo se encuentra el reclamo gastronómico ideal para cerrar con broche de oro nuestra primera ruta por la Región de Murcia: el restaurante Juan Mari. Este Bib Gourmand, con ambiente familiar, ofrece unos arroces, una relación calidad/precio y una hospitalidad que nunca decepcionan.
Ruta 2. Interior, tierra adentro
Como un cordel, pero cargado de tesoros, así es esta segunda ruta que nos invita adentrarnos en el corazón de la Región de Murcia. A lo largo del viaje, no perdemos la oportunidad de probar algunas de las mejores frutas de España ni de descubrir cómo brillan con luz propia algunos de los vinos de la zona. Y, como no podía ser de otra manera, nos rendimos a la tradición chacinera, algo golosa, con embutidos tan únicos como lo son sus nombres.
El interior de la región bien podría inspirar una novela de Joseph Conrad, como un territorio aún desconocido que da pie a muchas aventuras. Arrozales serranos, pinares que se extienden hasta donde la vista alcanza, fortalezas milenarias… La Región de Murcia que se expande tierra adentro cautiva, engancha y puede recorrerse de una punta a otra, nuevamente sobre dos ruedas.
Para empezar, Caravaca de la Cruz
Caravaca de la Cruz es un excelente punto de partida. Aquí, el Castillo de la ciudad, con la Basílica de la Vera Cruz en su interior, impone. También sobrecogen los Caballos del Vino, una tradición, considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, que se remonta a la Edad Media y cuyo galope resuena cada año a comienzos del mes de mayo.El Paraje Natural Fuentes del Marqués es otro de los imanes cruceños que encanta a los viajeros. Y, para llevarse un recuerdo, la visita a la tienda de Confituras Tradicionales, repleta de mermeladas artesanales, es una parada idónea tanto para los golosos como para los que no lo son.
De Cehegín a Calasparra
Unos kilómetros al sur de Caravaca de la Cruz se encuentra el municipio de Cehegín, impregnado de ese carácter grandioso que bien justifica su catalogación como Conjunto Histórico-Artístico. Aquí, el reto está en descubrir los más de 100 escudos nobiliarios que adornan casas señoriales, palacios e iglesias de esta localidad, también golosa. Acercarse a la pastelería Dulces Motolite, con más de un siglo de historia, es una apuesta segura para disfrutar de dulces locales y trato amable.Como el interior de la Región de Murcia se ha convertido también en un destino enoturístico, en nuestra ruta no faltan opciones para recalar en alguna bodega. Tres Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) nos esperan: Bullas, Yecla y Jumilla.
Al tesoro vitivinícola se suma la curiosa DO Arroz de Calasparra. No lejos de los viñedos, el recorrido serrano nos lleva a este territorio irrigado por el río Segura. Aquí se extiende el manto verde que da origen al arroz que protagoniza los calderos murcianos de la costa o el plato Arroz bomba con meloso de setas encurtidas, de la chef María Gómez en Magoga.
Rumbo a la capital de la Región
De nuevo sobre las dos ruedas y sin perder de vista la naturaleza, conviene poner rumbo al valle de Ricote. Aquí nos detenemos para tomar un par de fotos. Por un lado, vemos el Mirador Alto de Bayna, a orillas del río. Por el otro, el Castillo de Blanca, desde donde se contempla una panorámica del histórico pueblo homónimo.Desde nuestra última parada, a ambos lados de la carretera, se extienden todo tipo de frutales de hueso. Las plantaciones de melocotoneros, albaricoqueros, ciruelos y almendros se suceden y nos incitan a conocerlas durante la floración, cuando los tonos rosas y blancos se multiplican.
Ya en Murcia
Las delicias y los colores de los frutales que avistamos en el trayecto terminan en las cocinas de la ciudad de Murcia, convertida en un epicentro de mercados gastronómicos, bares de tapas y restaurantes que resplandecen en la Guía MICHELIN.Un paseo por la capital huertana invita a aproximarse al Mercado de Verónicas y recorrer sus puestos. El acento murciano se nota en las salazones y sus variantes, pero también en los embutidos. Chiquillo, salchicha seca, el morcón (blanco y rojo), longaniza, butifarras… Murcia conserva una idiosincrasia propia en torno a chacinería, en la que los toques de pimienta, canela y comino, heredados de al-Ándalus, son evidentes.
En el mismo centro, hay múltiples opciones para disfrutar de Murcia a pie de barra. La plaza de las Flores es el corazón de las marineras, del zarangollo o del legendario pulpo al horno, tres clásicos de la cocina murciana. Al otro lado de la Gran Vía, la Catedral atrae a los turistas, y los bares que la rodean marcan el ritmo de la capital regional.
Independientemente de la hora, aquí es fácil rendirse ante el pastel de carne, el mejor ejemplo de hojaldrería local. En Pastelerías Bonache lo bordan, aunque son muchas las confiterías que también lo elaboran, como la Espinosa, próxima al Jardín de Floridablanca.
Los restaurantes del casco antiguo murciano también vibran gastronómicamente. Con una Estrella MICHELIN, el Almo de Juan Guillamón propone un retorno a los orígenes culinarios sin dejar olvidar los aprendizajes internacionales del chef. A su vez, otros nombres como Taúlla y Frases forman parte de la nueva ola de jóvenes cocineros que combinan pasión y vanguardia.
Pero es en las afueras de la capital donde resplandece el máximo exponente de la cocina de la Región de Murcia: Cabaña Buenavista, en El Palmar, con dos Estrellas MICHELIN. En este espacio amplio y acogedor, el chef Pablo González-Conejero hace gala de su murcianismo, recuperando recetas locales y apostando por proveedores de la zona. Sin lugar a dudas, es el sitio perfecto para concluir a lo grande nuestra aventura por estas tierras.
Imagen de portada: Pastel de carne frente a la Catedral de Murcia © Zigres/iStock