Primer día: Chiado y Alfama
Mañana
Empieza el día envuelto entre las suaves sábanas del Four Seasons Hotel Ritz Lisboa. Este establecimiento, uno de los más lujosos y prestigiosos de la escena hotelera lisboeta, ocupa un edificio de principios de los años 60. A su pátina clásica a rebosar de encanto (no te pierdas los murales del célebre artista portugués Almada Negreiros), el hotel añade un servicio realmente excepcional. Si buscas un alojamiento más asequible, la alternativa puede ser el cosmopolita y divertido Mama Shelter Lisboa, situado muy cerca del centro y con una original oferta de restauración y entretenimiento.Si dudas sobre dónde desayunar, no te lo pienses dos veces: difícilmente encontrarás mejor opción que el bufé del Ritz. Casi todo lo que se sirve es de elaboración casera (desde los ahumados hasta la bollería) y no faltan clásicos, como las tortitas o los huevos Benedict.
Aprovecha el fresco de la mañana para ir de compras por la Avenida da Liberdade –la principal arteria de la ciudad donde se dan cita las marcas de lujo más emblemáticas– o para visitar la impresionante Estufa Fría de Lisboa, situada junto al no menos imponente Parque Eduardo VII.
Almuerzo
La gastronomía es una de las señas de identidad de Portugal y merece la pena aventurarse entre los numerosos, interesantes y deliciosos restaurantes de la capital. Entre las opciones más refinadas, destaca el Belcanto, el primer establecimiento de Lisboa con dos Estrellas MICHELIN y uno de los estandartes de la culinaria portuguesa en el mundo. Las creaciones del chef José Avillez te harán descubrir los sabores más auténticos del país (mucho pescado y marisco), arropados por un servicio profesional que nunca deja indiferente. Otras opciones dentro de este estilo de restauración podrían ser Alma (dos Estrellas MICHELIN), del chef Henrique Sá Pessoa, o Epur (una Estrella MICHELIN), del francés Vincent Farges.Si prefieres algo más relajado e informal, puedes optar por Ofício - Tasco Atípico, un Bib Gourmand situado en los alrededores del Chiado y especializado en pequeños platos para compartir. El recetario portugués y los productos de temporada son los protagonistas de una propuesta que se completa con una interesante selección de vinos, en la que no faltan referencias de pequeños productores nacionales e internacionales. El restaurante Fogo, segundo proyecto del chef Alexandre Silva, también es una buena alternativa, principalmente para los amantes de la cocina a fuego vivo, método de cocción que predomina en toda la carta.
Tarde
Piérdete por las callejuelas de uno de los barrios más antiguos y tradicionales de Lisboa: Alfama. Mantén siempre los ojos bien abiertos para descubrir los pequeños miradores escondidos en esta zona que aún conserva muchos elementos de su arquitectura original. El hecho de asentarse sobre un terreno especialmente rocoso protegió a Alfama del devastador terremoto que arrasó Lisboa en 1755. Si tienes tiempo, puedes incluso hacer una visita al Museo del Fado, situado en el mismo barrio y creado para rendir homenaje a este estilo musical tan portugués nacido, a decir de muchos, entre las callejas de Alfama.¿El paseo te ha abierto el apetito? Dirígete hacia el río para descubrir un nuevo un Bib Gourmand. El Zunzum Gastrobar es el local más informal de la talentosa chef portuguesa Marlene Vieira, que aquí pone el foco en el recetario y los productos portugueses para dar vida a pequeños y divertidos platos para compartir. Es la opción ideal para disfrutar de una tarde tapeando a la manera portuguesa y brindando, quizá, con un buen vino.
Cena
Cae la noche y el cansancio empieza a hacer mella en quienes hemos pasado el día comprobando por qué Lisboa es conocida como “ciudad de las siete colinas”. Es hora de relajarse. En el Four Seasons Hotel Ritz Lisboa, la velada promete ser tan apacible como deliciosa: el restaurante Cura es literalmente la estrella del hotel gracias al trabajo innovador del chef Pedro Pena Bastos, que, pese a su juventud, ya puede presumir del preciado galardón MICHELIN. Sus menús degustación (el vegetariano es especialmente interesante) es una muestra del potencial de la joven generación de cocineros portugueses.Pero las opciones no acaban ahí. Una de las referencias de visita obligada es Prado. Su chef António Galapito destaca por su particular y creativa manera de asociar y presentar los mejores productos de la despensa portuguesa. El Solar dos Nunes también puede ser una alternativa interesante para quienes deseen saborear una cocina portuguesa más tradicional y sin grandes adornos.
Si eliges el Prado para cenar, estarás muy cerca de dos interesantes opciones para pasar la noche: tanto el Memmo Alfama como el Pestana Rua Augusta están a la vuelta de la esquina. El primero, escondido en una calleja junto a la imponente Sé de Lisboa, se alza en una de las colinas lisboetas —de ahí sus amplísimas panorámicas— con una arquitectura y diseño contemporáneos que se funden con la belleza circundante. El segundo, el Pestana Rua Augusta, es uno de los hoteles de lujo por excelencia de la capital. Se sitúa al lado de una de sus calles más antiguas y del Terreiro do Paço, la impresionante plaza a orillas del río que durante siglos fue la puerta de entrada a Lisboa.
Segundo día: a orillas del Tejo
Mañana
Antes de aventurarse de nuevo a explorar la ciudad, es importante reponer fuerzas. Un clásico obligado son los famosos pastéis de nata y, aunque puedes encontrarlos en cientos de sitios, los de la Manteigaria figuran entre los mejores. Cómete uno (o dos), toma un café y ponte en marcha.No se puede hablar de Lisboa sin mencionar una de sus joyas: el río Tajo, el majestuoso curso de agua que nace en España y desemboca en el corazón de la capital portuguesa. La inmensa zona ribereña es una excelente opción para pasear disfrutando de unas vistas impresionantes. A lo largo de este extenso corredor no faltan pequeños quioscos en los que comprar un snack o una bebida. También puedes hacer uso de las bicis de la Gira: el servicio municipal de alquiler de bicicletas cuenta con varias estaciones a lo largo de este recorrido.
Almuerzo
Caminar (o pedalear) abre el apetito, lo cual está muy bien para aprovechar al máximo la oferta gastronómica de Lisboa. La Taberna do Lopes es un local sencillo con buenas carnes maduradas a degustar en una atmósfera informal. Otra opción es el lúdico O Frade, experto en reinterpretar los clásicos de las tascas portuguesas desde una óptica creativa. Instálate en la barra y prueba varios petiscos o algún plato más elaborado.Tarde
Uno de los legados de la Exposición Especializada de Lisboa de 1998 (Expo'98) fue la zona del Parque das Nações. En esta área, se concentraron los pabellones de un sinfín de países y continentes, hoy reconvertidos en salas de conciertos, monumentos y museos. Esta zona, repleta de espacio al aire libre y con el Tejo justo al lado, es un lugar ideal para disfrutar de la tarde, ya sea paseando o dejándose llevar por su teleférico. Aquí es donde se halla asimismo el espectacular Oceanario de Lisboa, vecino del restaurante Fifty Seconds, con una Estrella MICHELIN y acondicionado en lo más alto de la torre Vasco da Gama.Cena
La jornada resultaría incompleta sin contemplar cómo la puesta de sol tiñe la ciudad con la famosa “luz de Lisboa”. Puedes hacerlo desde uno de los muchos miradores repartidos por las colinas de la ciudad: el Miradouro da Graça y el Jardim do Torel son quizá dos de los mejores. Otra opción es subir al emblemático Castelo de São Jorge, una edificación que durante siglos protegió a la capital y que hoy es uno de sus monumentos más populares.No faltan sugerencias para cenar. Una de ellas bien podría ser el restaurante Boubou’s. Su cocina contemporánea, con el personalísimo sello de la creativa chef Louise Bourrat, se descubre en una atmósfera relajada y agradable. Otra opción es el animado Carnal, el proyecto de inspiración mexicana dirigido por el chef Ljubomir Stanisic, más conocido por el 100 Maneiras, con una propuesta tan informal como deliciosa.
Por último, ¿por qué no terminar el viaje con una copa de vino o un cóctel? En el primer caso, cabe destacar el bar de vinos Black Sheep. Al principio, este local era casi tan pequeño como un armario, pero hace poco se mudaron al local de al lado. En su espacio actual, mucho más amplio, no faltan referencias de vinos nacionales e internacionales. Para los cócteles, un clásico obligado es el Red Frog, un establecimiento al estilo speakeasy escondido dentro de otro bar de los mismos dueños, el Monkey Mash, especializado en alta coctelería creativa.
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