Quienes visiten Madrid por amor al arte gozarán particularmente al pasear bajo los álamos del Paseo del Prado, pues allí se encuentra la pinacoteca más importante del país y una de las más prestigiosas del planeta: el Museo del Prado. Tanto el museo como el área donde se encuentra figuran desde 2021 en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, pues este paisaje urbano, en el que se incluyen también el Parque de El Retiro y el Jardín Botánico, combina a la perfección aspectos históricos, naturales y artísticos.
El Paseo del Prado funciona como columna vertebral de la ciudad, si bien al caminarlo hacia el norte nos encontraremos con que cambia de nombre: se convierte en el Paseo de Recoletos y, más adelante, en el de la Castellana. Además, esta larga avenida divide la ciudad en dos, de ahí que podamos afirmar que Madrid tiene, por tanto, su “Rive gauche” u “orilla” izquierda y su “Rive droite” u “orilla” derecha, emulando a París a su manera.
Velázquez, Rubens, Rafael… el Museo del Prado
Probablemente el Museo del Prado sea la primera visita que cualquier amante del arte haga en Madrid. Su colección de pintura tanto española como italiana y flamenca es una de las más importantes del planeta, pero además sus exposiciones temporales y sus espacios arquitectónicos, tras su renovación en 2007 por el arquitecto Rafael Moneo –que añadió el Claustro de los Jerónimos a la pinacoteca– lo convierten en un lugar en el que pasar el día entero. No dejes de echar un vistazo a su tienda-librería con objetos muy bien elegidos, pero, ante todo, admira cualquiera de las obras de su colección, no solamente su archiconocida estrella: Las Meninas de Velázquez.
Lo antiguo y lo moderno en el Thyssen
El Museo Thyssen-Bornemisza es tan emblemático para Madrid que parece llevar toda la vida en el Paseo del Prado, si bien solo está ahí desde 1992. Su colección es un mosaico de arte internacional en el que destaca su sección de pintura expresionista alemana, así como diversas obras del francés Paul Gauguin.Para todos los gustos: CaixaForum
A pocos metros, nos topamos con uno de los edificios más novedosos de la zona: el del centro cultural CaixaForum, proyectado por los arquitectos Herzog y de Meuron. La principal atracción del lugar, además de sus exposiciones de arte universal, conciertos y otros eventos, es su bucólico jardín vertical florido, cuya presencia sorprende agradablemente a madrileños y visitantes.
Mediterráneo y Japón sobre la mesa
Tanto ver arte despierta el apetito. Por suerte en la zona no faltan restaurantes de primera. Uno de ellos se encuentra al lado del Museo ICO, especializado en exposiciones sobre arquitectura: nos referimos a Casa Mortero, donde la sencillez es la palabra clave y los platos de cuchara tradicionales, reversionados por el chef Pedro Gallego, resultan de lo más reconfortantes.Y para quienes apuesten por una comida de aires cosmopolitas, Yugo The Bunker es la opción, si bien los guiños mediterráneos no faltan en la muy japonesa carta de este restaurante, que luce su flamante Estrella MICHELIN en la puerta.


Una siesta digna de la Belle Époque
Quienes tengan la suerte de alojarse en el Mandarin Oriental Ritz de la plaza de la Lealtad, galardonado con tres Llaves MICHELIN, podrán incluso echarse una breve siesta en alguna de sus suites, o bien refrescarse con un cóctel en su terraza El Jardín del Ritz, antes de seguir visitando los museos cercanos.Parque de atracciones cultural: el Reina Sofía
Le llega el turno al Museo Reina Sofía, contemporáneo por dentro y por fuera gracias al edificio color rojo que diseñó el arquitecto Jean Nouvel para ampliar sus espacios expositivos. La construcción de Nouvel reclama atención ya desde su exterior, pero es en su interior donde un parque de atracciones cultural nos espera. Para empezar, una librería de varios pisos especializada en arte y humanidades: La Central, lugar del que es difícil salir con las manos vacías. Se accede a ella entrando al patio interior del Museo, coronado por un gran brochazo tridimensional a cargo del artista Roy Lichtenstein. Además de la librería, la colección –en la que se encuentra el magnífico y descomunal Guernica de Picasso– y las exposiciones temporales, el museo alberga un auditorio, una sala de proyecciones, una biblioteca especializada y un café.
El edificio de Correos convertido en espacio cultural
Caminando hacia el norte, siempre por el idílico Paseo del Prado, llegamos a la plaza de Cibeles, cuya fuente adornada por la estatua de la diosa homónima es un punto de encuentro tradicional para los hinchas del Real Madrid cuando su equipo gana algún trofeo. Pero enseguida la mirada se nos va al blanquísimo edificio del Ayuntamiento de Madrid, que fue hasta 2007 el Palacio de Comunicaciones, sede central de la oficina de Correos. La construcción, que cumplió 100 años en 2009, es hoy CentroCentro, un espacio cultural municipal lleno de propuestas artísticas de lo más variado.
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Y al cruzar la calle de Alcalá nos topamos con un edificio afrancesado del XIX, el Palacio de Linares, que fue residencia de los marqueses de igual nombre y aparentemente también de algún que otro fantasma. En la actualidad, el palacete alberga orgulloso las salas de la Casa de América, donde se organizan proyecciones y exposiciones, además de eventos centrados en la cultura latinoamericana.Arte internacional, galerías y esculturas de peso
Ahora nos encontramos en el paseo de Recoletos, y aquí la oferta es tan diversa que el paso se hace más lento: podemos cruzarnos de acera hasta el número 21 y sentarnos a reposar en el Café Gijón, que desde 1888 contiene un aroma a tertulia literaria que invita a sentarse en sus sillas de madera de toda la vida. En el portal de al lado, la Fundación MAPFRE nos tienta para que entremos a echar un vistazo a sus exposiciones de arte y fotografía internacional.En esta zona también se sitúan gran parte de las galerías de arte de la ciudad. A ambos lados del Paseo de Recoletos se agrupan salas de referencia como Fernando Pradilla o Jorge Alcolea en la orilla derecha, dentro del barrio de Salamanca, o bien Travesía Cuatro y Elba Benitez en la orilla izquierda, junto a la iglesia barroca de Santa Bárbara.
Tomemos ahora la calle de Jorge Juan, que hace esquina con la Biblioteca Nacional –donde tampoco faltan exposiciones de temas literarios– y con la plaza de Colón, cuyos Jardines del Descubrimiento cuentan con tres imponentes esculturas de hormigón encargadas en 1977 al artista Joaquín Vaquero Turcios.

Salamanca, elegancia callejera
Nos estamos adentrando en pleno barrio de Salamanca, epicentro de la moda, las galerías de arte y el glamour con solera. El barrio debe su nombre al marqués de Salamanca, que vivió en la zona durante el siglo XIX y trazó sus calles en cuadrícula, lo que le proporciona a la zona un aire ordenado y señorial. Pronto nos daremos cuenta de que este diseño urbanístico no se da con frecuencia en Madrid, ciudad llena de calles abigarradas. En la propia calle Jorge Juan no podemos dejar de anotar una propuesta culinaria excelente: Cadaqués, célebre por sus arroces a la leña, pescados fresquísimos y platos a la brasa de inspiración catalana (de ahí el nombre del restaurante, que coincide con el de la localidad costera de Gerona donde Dalí tiene su Casa-Museo).Continuando por la calle Serrano y a la altura de cruce con la calle Juan Bravo, vemos que un paso elevado atraviesa el Paseo de la Castellana. Merece la pena bajar por sus escaleras laterales para acercarse al edificio del centro comercial ABC Serrano y ver su preciosa fachada neomudéjar, diseñada por el mismo arquitecto que ideó la Plaza de España de Sevilla, Aníbal González. En ese entorno se encuentra también el Museo de Esculturas al Aire Libre, que cuenta con obras de artistas de primerísima línea como Chillida, Julio González, Miró o Gerardo Rueda. Si volvemos a la calle Serrano daremos con el Museo Lázaro Galdiano y su imponente colección de objetos variadísimos: desde joyas hasta esmaltes y marfiles, así como lienzos de pintores de toda Europa, incluidos Goya y el Greco.

Unas tapas muy españolas
A estas alturas, ya podríamos optar por comernos alguna tapa de anchoas en La Maruca, un restaurante de inspiración cántabra que cuenta con tres sedes en Madrid, o en Amparito Roca, un alegre local con nombre de pasodoble donde se elaboran los mejores escabeches de Madrid. O quizá sea el momento de atravesar la Castellana para tentarnos, en Las Tortillas de Gabino, con una imaginativa tortilla de patatas jugosa, ya sea rellena de pulpo o callos, o simplemente con patatas y su toque de cebolla.A poco más de 200 metros se encuentra el encantador Museo Sorolla. El palacete, antigua vivienda del artista valenciano en la capital, alberga la mayor colección de obras del pintor, con su luz inconfundible, además de muebles y objetos originales.


La casa de nuestros ídolos
En cambio, si optamos por seguir en la orilla derecha, nos podemos acercar a conocer la Residencia de Estudiantes, un lugar muy especial para la cultura española anterior a la Guerra Civil, pues allí residieron Lorca, Dalí y Buñuel cuando eran estudiantes. Hoy son célebres sus exposiciones temporales relacionadas con la cultura española del siglo XX y sus apacibles jardines y cafetería. En sus alrededores se encuentran varias embajadas y un restaurante muy querido por los madrileños: Zalacaín. En su carta destacan varios platos históricos que le han otorgado su fama, por ejemplo, el Bacalao Tellagorri. Lo que está claro es que sus chefs hacen chuparse los dedos disimuladamente y con educación a quienes allí acuden.Reponer fuerzas en un palacio
Para descansar de este maratón artístico, por la zona nos esperan hoteles como el recién renovado Rosewood Villa Magna, con vistas al paseo de la Castellana, cuya elegancia clásica le ha hecho merecedor de dos Llaves MICHELIN.Para terminar, no hay que olvidarse del Hotel Unico Madrid, con una Llave MICHELIN, que además alberga el restaurante del chef Ramón Freixa, cuyas creaciones excepcionales –recordemos que ha sido galardonado con dos Estrellas MICHELIN– son un festín para los sentidos.


Imagen de cabecera: amanecer en Cibeles, Madrid © Noppasin Wongchum/iStock