Antes de figurar entre los formatos hoteleros más conocidos un riad era, simplemente, una casa marroquí. Sinónimo de Marrakech, pero presente en todo el país, un riad tradicional tiene varias características sencillas, como las paredes altas y sin ventanas que delimitan un patio interior, generalmente salpicado de agradable vegetación; también, una fuente o una pequeña piscina que protegen del calor y los balcones, mirando hacia el interior desde cada piso.
Hay docenas de riads marroquíes convertidos en boutiques de lujo en Tablet. Es el hotel que se espera en una ciudad marroquí, del mismo modo que se espera un ryokan en la campiña japonesa. Pero la posada japonesa tiene una visión tradicional para cada faceta de la experiencia del huésped: una cena kaiseki de varios platos, un baño caliente onsen in situ, esteras de tatami y ropa de cama de futón... Un riad no tiene estas ataduras a la antigua hospitalidad. Después de todo, "Riad" deriva simplemente de la palabra árabe que significa "jardín" y es tradicionalmente una casa, incluso un palacio, pero no un hotel.
Es decir, la falta de expectativas de los huéspedes puede ser liberadora. Los hoteleros boutique han llevado a cabo salvajes fusiones culturales en antiguos riads de toda la ciudad, sabiendo al mismo tiempo que los cimientos arquitectónicos siempre aportarán una sensación de tradición. El ejemplo perfecto es el Riad Sakkan.
El lugar es técnicamente dos riads separados, conectados por las galerías (balcones) que dan al patio. El espacio más antiguo, por lo que hemos podido conocer en el hotel, data de principios del siglo XVII y fue construido por un oficial de alto rango de la guardia del palacio. El segundo riad es, probablemente, del siglo XIX. Se entra como se entra en cualquier riad desde hace cientos de años, pasando por una puerta de la medina. Algunos son sencillos y sin pretensiones. La del Riad Sakkan es robusta y está decorada de forma compleja. Una vez dentro, el relajante olor a perfume y los sonidos de la música suave llenan los sentidos. Y antes de que te digan que la banda sonora está disponible en Spotify, las piezas en blanco y negro del famoso fotógrafo de desnudos Marc Lagrange te dan la primera pista de que este hotel está lejos del pasado.
Los propietarios belgas Veerle De Pauw y Tom Van Even gestionan varios restaurantes y bares en Europa, pero apreciaron que el Riad Sakkan se sintiera más como una "gran casa" que como un típico hotel. Situado en el barrio de moda de Mouassine (nombrado por Time Out en 2021 como uno de los 50 barrios favoritos del mundo), la decoración es poco tradicional, pero se hizo todo lo posible por recuperar la grandeza original del edificio. "Nuestro riad es arquitectónicamente tradicional", insiste Van Even, con ciertas salvedades. Se restauró una escalera original y las necesidades técnicas se ocultaron en túneles, para mantener la modernidad fuera de la vista. Se volvieron a colocar las galerías originales, asomadas al patio y a la piscina, siendo este último punto uno de sus aspectos menos típicos. Es raro que un riad cuente con una piscina lo suficientemente grande como para nadar y los más tradicionales solían tener una terraza en la azotea. El bullicioso restaurante de la azotea del Riad Sakkan, que hoy se ha convertido en el lugar favorito de los propietarios para relajarse, con lujosos sillones junto al fuego, es en ese aspecto un anacronismo.
Muchos europeos han hecho de la restauración de un riad el trabajo de su vida. Uno de los pioneros fue Quentin Wilbaux, arquitecto responsable de la restauración de unas 137 casas tradicionales. Lo traemos a colación no porque tenga nada que ver con Sakkan, sino porque representa la perspectiva opuesta, su modus operandi para celebrar la "simplicidad de los riads" en sus formas más tradicionales, con "paredes blancas, alfombras cubriendo los suelos, mosaicos y muy poco mobiliario".
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El Riad Sakkan ha tomado una dirección diferente. Las doce habitaciones son todas distintas, todas con una gran imaginación. Algunas están adornadas con azulejos de color rojo sangre y máscaras africanas, otras con tonos neutros tranquilos y tocadores a rayas. Una de las favoritas es la suite junior negra, decorada en tadelakt negro (un material tradicional) en combinación con un suelo de cuero de camello. Los propietarios llenan el hotel con sus propias piezas de diseño moderno, cambiándolas de sitio con una energía exagerada. En la recepción y en otros espacios públicos se descubre su estilo casi de inmediato, con una mirada a los mosaicos de vidrio de la artista Isabelle Scheltjens y a las fotografías del mencionado entusiasta del desnudo Lagrange.
Pero por muy actual que parezca, el corazón del Riad Sakkan sigue siendo su tradición arquitectónica. Es inherente, sin importar los cambios, a su propia forma. El "esquema orientado hacia el interior", explica la escritora de viajes Elan Fleisher, está "diseñado para maximizar la privacidad del mundo exterior" en una cultura islámica donde "dicha privacidad es muy apreciada". Del mismo modo, los expertos señalan que "el simbolismo del paraíso está presente en todo" el riad, pues el verdor y el agua del patio evocan lo sagrado.
Pero para los seglares, el riad no es más que un amortiguador de bienvenida y un lugar fresco alejado del caluroso y agitado mundo exterior. Hoy en día, no pasa nada si la mayoría de los huéspedes se pierden el simbolismo, ya que... ¡siempre apreciarán la belleza!
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Foto cabecera: © Riad Sakkan
