Reportajes 2 minutos 04 febrero 2021

Cuchillo, cuchara y tenedor, una historia occidental

Símbolos de nuestra cultura, hoy en día no podemos imaginarnos una mesa en la que falten los cubiertos, pero durante siglos la humanidad no los utilizó para llevarse la comida a la boca. De hecho, la generalización de su uso es bastante reciente, ya que se remonta al siglo XVIII.

Etimológicamente la palabra cubierto procede del latín “coopertus” y según el diccionario de la Real Academia Española tiene tres definiciones en relación con la mesa, ya que así se denomina tanto el servicio de mesa que se pone a cada uno de los que han de comer, compuesto de plato, cuchillo, tenedor, cuchara, pan y servilleta, como el juego compuesto de cuchara, tenedor y cuchillo, pero también la pieza de una cubertería.

Cada cubierto ha vivido su propia historia hasta llegar a confluir en nuestras mesas. El origen del cuchillo se remonta a la Edad de Piedra cuando nuestros primeros ancestros tallaban este material golpeándolo, haciendo saltar lascas, hasta conseguir formas afiladas que les ayudasen a cortar las piezas de caza. El descubrimiento de la fundición de los metales, como no podía ser de otra forma, supuso un gran salto cualitativo en la evolución del cuchillo: las hojas se hicieron más finas, manejables y duraderas y, por lo tanto, más adecuadas al uso que se les daba. Pero hubo que esperar muchos siglos hasta que el cuchillo se utilizara como un cubierto de mesa. Según parece a finales de la Edad Media, los hombres empezaron a llevar unos cuchillos personales que, además de como arma de defensa, también utilizaban en la mesa, lo que era considerado un signo de distinción. Estos cuchillos, de doble hoja, no estaban exentos de peligro puesto que había que tener mucho cuidado para no cortarse al llevarse la comida a la boca. La creación del cuchillo de mesa se atribuye al Cardenal Richelieu (siglo XVII) que mandó eliminar las puntas afiladas, para que no se utilizarán como mondadientes, lo que ponía también fin a la costumbre de clavar los cuchillos en la mesa. Se le relaciona asimismo con la prohibición dictada por el rey Luis XIV de usar cuchillos de doble hoja. Durante los siglos XVIII y XIX se popularizó su uso en toda Europa.

En los tiempos más remotos de la humanidad ya se utilizaron elementos existentes en la naturaleza a modo de cucharas, tales como conchas o trozos de corteza de árbol. Desde el Neolítico tenemos constancia de su fabricación, realizada con huesos de animales, cerámica o piedra. Desde sus inicios, la cuchara sirvió para la ingesta de alimentos que no podían pincharse con el chuchillo ni coger con la mano. En la zona de Mesopotamia, Egipto y Siria en el tercer milenio a.C. se fabricaron magníficas piezas ceremoniales, de oro o plata y con incrustaciones de piedras preciosas que se utilizan en oficios religiosos; los mangos eran el lugar adecuado para volcar toda la creatividad. El uso de la cuchara se popularizó en el Antiguo Egipto y también en la Grecia clásica. El material más utilizado era la madera, pero las clases pudientes disponían de cucharas de plata, oro o marfil. En época romana, el mango de las cucharas podía acabar de forma puntiaguda para ser utilizado como un tenedor primitivo. Durante la Edad Media, el pueblo llano utilizaba, cuando lo hacía, cucharas fundamentalmente de madera puesto que la posesión de una cuchara de plata era un signo de alto estatus social. El uso ceremonial se mantuvo a lo largo de los siglos; en la coronación de los reyes de Inglaterra, por ejemplo, se utilizaba una cuchara de largo mango para ungir a los nuevos monarcas. Avanzado el siglo XVI, las personas de las clases altas empezaron a tener cada uno su propio juego de cubiertos, que se llevaba allí donde se iba a comer. Ya en el s. XVIII las mesas se disponían con los cubiertos sobre ellas.


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El tenedor es el más joven de los cubiertos. Solo el desarrollo de la civilización, de la creación del cuchillo de mesa y de la evolución de las costumbres sociales durante las comidas, llevaron a la necesidad de este utensilio que permitía pinchar los alimentos e introducirlos en la boca sin riesgo alguno, tras haberlos troceados con el cuchillo. Los egipcios y los griegos usaron un utensilio de cocina, en realidad un simple pincho, que sería el antecesor más antiguo del cubierto actual. Según parece el origen del tenedor se lo debemos a Teodora, una princesa bizantina del siglo XI, que posteriormente se convertiría en esposa del Gran Dux de Venecia, que mandó fabricar un utensilio que le permitiera no tener que tocar la comida con las manos. Aunque hubo que esperar al siglo XVI para que Catalina de Medici introdujera en la corte francesa, tras su matrimonio con Enrique II, la costumbre de la nobleza italiana de usar tenedores para, llegado el siglo XVIII, acompañar al cuchillo y la cuchara en todas las mesas de cierto nivel de Europa.

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