Si te gustan los platos en pequeñas raciones que permiten probar muchas cosas ya estás tardando en acercarte hasta Picarón, en Chacarita, un restaurante bajo cuyo anagrama (un gran oso montado en velocípedo) se esconde todo un mundo de locura y diversión culinaria. La colorida fachada, complementada con una terraza sobre la acera, da paso a un sencillo comedor tipo bistró, con la cocina abierta tras la barra y una bodega acristalada en un lateral. La carta que defiende el chef Maximiliano Rossi, enriquecida con un accesible menú al mediodía (para él no admiten reservas), se centra en unos platillos de gusto actual y base argentina que se transforman al incorporar matices de fusión, normalmente con recetas de América Latina pero también del mundo asiático más exótico. ¿Qué pedir? Prueba sus populares Picarones (buñuelos de boniato con miel de mascabo especiada), la Palpa tatemada, el sorprendente Tonnato maiale, los riquísimos Langostinos ahumados... ¡Aquí miman el producto!