La vida cotidiana en la oficina está llena de momentos especiales, por eso todos hemos visto series enteras dedicadas a ellos. Puedes encontrarte en situaciones sorprendentes, a veces hilarantes e, incluso, especialmente embarazosas. ¿Qué puede haber más divertido que compartir anécdotas sobre el trabajo diario alrededor de la mesa? Hemos pedido a nuestros inspectores que compartan algunas de sus experiencias más memorables.
"En una ocasión, el sistema de reservas comunicó a un restaurante que era mi cumpleaños, lo que no era cierto. Cuando llegué, no di especial importancia a los buenos deseos que me dirigían. Pero cuando me sirvieron el postre, estaba decorado con una vela encendida. El restaurante era muy pequeño, así que todo el mundo se dio la vuelta y levantó sus copas. Enseguida me di cuenta de que todos pensaban que estaba sola por mi cumpleaños y que me había regalado un menú degustación para la ocasión. ¡Quería desaparecer debajo de la mesa!".
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"En plena pandemia, justo cuando los restaurantes empezaban a reabrir, algunos de ellos decidieron instalar maniquíes en sus comedores para dar la impresión de que estaban ocupados, ya que seguían trabajando con una capacidad limitada. Sin duda era una solución imaginativa, hasta que decidieron ponerme, solo, en una mesa de cuatro con dos maniquíes ya sentados. No me importaba verlos en el restaurante, pero sentarme con ellos me hacía más visible y me sentía un poco ridículo. Cuando hice mi elección, mi pedido era más grande que una comida normal para una persona y el camarero me insinuó, amablemente, que había pedido demasiado para mí. Así que señalé a mis compañeros de mesa y les dije: Pero si es un pedido para tres. ¡No parecieron apreciar mi broma!".
"Me dirigía a un restaurante apartado en una carretera de montaña especialmente expuesta al viento, al borde de un acantilado desprotegido. Estaba a 2,5 km de llegar cuando descubrí que la carretera estaba cortada, por obras, debido a un corrimiento de tierras. La carretera no era lo bastante ancha para dar la vuelta con mi coche familiar, así que tuve que dar marcha atrás todo el camino. Había enviado a mi familia una lista con los hoteles y pueblos que iba a visitar, por si no volvían a saber de mí, pero por supuesto... ¡este restaurante no estaba en la lista! No pude evitar el imaginarme cayendo al barranco, pensando todo el tiempo que no tendrían ni idea de dónde me encontraba. Le conté esta historia a un colega; me dijo que él habría dejado el coche y llamado a la empresa de alquiler para que lo recogiera".
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Imagen de cabecera: Cathy Mayer / @cthartica
Todas las ilustraciones son obra de Cathy Mayer / @cthartica
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