Esta es una localidad de marcada impronta medieval, por eso aún llama más la atención un restaurante como este, que apuesta por los contrastes para ofrecer gastronomía moderna en un espacio de renovada rusticidad; no en vano... ¡estamos en una casona del s. XVIII donde también puede alojarse!
Los hermanos Pérez, con Enrique al frente de los fogones y Eduardo en labores de maître-sumiller, son herederos de una larga tradición hostelera, por eso cuando tomaron las riendas del negocio familiar lo hicieron con pasión y honestidad. ¿Su propuesta? Ofertan dos menús, uno a la carta y otro gastronómico, que aportan un enfoque culinario más vanguardista a los sabores de su tierra, siempre con respeto a los productos de temporada y sin cerrar los ojos ante las influencias externas; a su vez, aplican alguna que otra técnica innovadora, como las pulsaciones eléctricas. ¡La vajilla, diseñada por ellos mismos, la realiza un artesano local!