Hotel 1898

Cuando a un hotelero no se le ocurre un nombre, hoy en día lo más fácil es recurrir a la dirección del hotel: un nombre misterioso y vacío, sin connotaciones no deseadas o sin ninguna connotación en absoluto. El Hotel 1898 de Barcelona, en cambio, no ha sido bautizado con el número de la calle, sino en honor al año en que España perdió Filipinas. De hecho, el edificio albergaba antiguamente la oficina central de la Compañía General de Tabacos de Filipinas. Se trata de una especie de vuelta a una época clásica del mundo de la hotelería, antes del boom de los hoteles boutique, cuando los hoteles tenían piscina.

Este, en concreto, tiene dos: una al aire libre y otra cubierta, en el sótano en el que ahora se encuentra el spa. Si bien es un hotel urbano, en él se respira un ambiente de complejo hotelero que contrasta con su ubicación en la esquina de Pintor Fortuny con la Rambla (el famoso bulevar de Barcelona). El estilo está en consonancia con el pasado colonial del edificio. Abundan el ladrillo, la madera envejecida, el cuero suntuoso y una decoración marinera que resulta agradablemente atrevida en estos tiempos de minimalismo internacional.

Las comodidades son impecables. En las habitaciones, el silencio es absoluto, y están dotadas de camas king size y unos cuartos de baño de lo más modernos. Algunas suites están provistas de jardines y piscinas particulares, aunque los demás huéspedes se las arreglan con el spa. El hotel también está equipado con un gimnasio pequeño, un centro de negocios y un restaurante con vistas a la Rambla; no está nada mal para ser el centro de Barcelona.