¿Una experiencia con vistas de postal al mar? Acércate al Sardinero, pues sobre la misma playa, en el piso superior del edificio conocido como Cormorán, El Serbal seguro que te enamorará.
Aquí defienden la honestidad y las raíces gastronómicas cántabras desde una cocina tradicional actualizada que solo busca ser consecuente con una de sus premisas: "que el cliente se sienta feliz y quiera volver". La carta, bien complementada por tres menús (Gastronómico, Degustación y uno especial denominado Dom Perignon Moët Chandon), exalta los fabulosos pescados del Cantábrico que compran a diario en la lonja, por lo que los cantan en la mesa (en esta ocasión nos ha gustado especialmente su Lomo de machote con chirivía y salmis), y procura dar aún más visibilidad al producto autóctono, con especial atención a las suculentas carnes de las reses de raza Tudanca. ¡En la planta baja tienen un espacio más informal, tipo bistró, llamado Querida Mar!