The Peninsula Tokyo

Como cuando Moisés volvió de la montaña, después de habernos alojado en el Peninsula Tokyo, estamos aquí para anunciarles que se trata de un gran hotel. En realidad, el apelativo de gran hotel es una suerte de eufemismo. No nos engañemos: el hotel es escandalosamente caro, aunque bien merece serlo, más que ningún otro hotel de lujo que hayamos visto. En cualquier caso, un sitio así siempre se disfruta más cuando es otra persona la que corre con los gastos; pero incluso si le toca pagar a usted, es muy difícil que se sienta defraudado.
La mayoría de los grandes hoteles de Tokio ocupan las últimas plantas de rascacielos de usos diversos, mientras que el Peninsula fue diseñado especialmente para ser un hotel, con el vestíbulo en la planta baja, como debe ser. El Peninsula se encuentra en Marunouchi, junto a los Jardines Imperiales; una ubicación excepcional, desde la que se domina un panorama soberbio durante el día y una oscuridad absoluta por la noche, algo insólito en Tokio. Estará cerca de la zona comercial de Ginza, aunque lo suficientemente lejos, y podrá moverse sin problemas en transporte público, a no ser que prefiera viajar a lo grande en uno de los BMW o Rolls-Royce del hotel.
El estilo es más bien conservador, pero nada aburrido. Es bastante más alegre y original que el típico hotel de lujo, contemporáneo y un tanto intemporal, sin modernidades que puedan quedarse anticuadas en el futuro. Además de unas vistas espectaculares, las habitaciones ofrecen todas las comodidades tecnológicas y tradicionales que cabría esperar de un hotel de primera, así como conexión gratuita a Internet; con esos precios, sería insultante que no lo fuera, aunque eso a la mayoría de los hoteles de categoría no les importa.
En resumidas cuentas, el Peninsula Tokio es el hotel de cinco estrellas por excelencia. No se pierda el restaurante de la planta 24, un local glamuroso donde los haya, con unas vistas de una belleza indescriptible. Bájese al spa ESPA y elija un tratamiento, y si no quiere hacer el esfuerzo de abrir la puerta, deje que el servicio de habitaciones le entregue su pedido a través de la ventanilla de la pared: es el no va más.