Las Ventanas al Paraiso, A Rosewood Resort

No hace muchos años que Méjico ha pasado de ser el lugar de celebración del springbreak de estudiantes (puente por la llegada de la primavera) a ser un sofisticado destino turístico, y si nos preguntamos quién ha sido responsable de este milagroso cambio, tendremos que reconocer que el hotel Las Ventanas ha desempeñado un papel decisivo. Sin duda alguna, la ubicación de Las Ventanas es una de sus ventajas. Los Cabos, donde anteriormente solo había un bohemio bar de margaritas, es un lugar alegre que ha mantenido intacta su belleza natural. Tiene un poco de todo: aguas azules, montañas, desierto, y suaves arenas. También cuenta con 350 días de sol al año, algo que resulta nefasto para los agricultores, y sin embargo es maravilloso para cualquiera que quiera ponerse moreno.

Pasemos ahora a las habitaciones, la más pequeña de las cuales mide más de 80 metros cuadrados. Todas disponen de jacuzzi, una parcela de piscina semiprivada, chimenea de barro y zapatillas tejidas con algas, y los suelos y los cabeceros de las camas tienen pequeñas piedras incrustadas. La mayoría de las suites lucen su propia terraza y algunas incluso tienen ducha al aire libre, pero los más afortunados serán, sin duda, aquellos que consigan una habitación con bañera exterior y puedan disfrutar de un perfumado baño de burbujas bajo el cielo estrellado.

En el centro de spa podrá beneficiarse de terapias holísticas procedentes de todos los rincones del globo que ni siquiera imaginaba existían. Olvide los baños de lodo y las piedras calientes (aunque, si lo desea, aquí también los tiene): pruebe los cristales curativos, y los masajes y terapias para el cuidado de la piel javaneses que reciben las novias antes del día de su boda. Por otro lado, la playa tiene menor atractivo, ya que, salvo que usted sea un excelente nadador, la resaca es muy fuerte. En Las Ventanas, no obstante, esto no plantea ningún problema. La piscina de agua dulce es casi tan grande como el océano (sin ningún género de dudas, es la más grande del país) y además tiene el aliciente añadido de que cuenta con su propia barra de bar sumergida. Al menos de este modo, cuando esté nadando, podrá perder la mirada en el mar e imaginar que se encuentra en él, rodeado de marsopas.

Y por la noche, las estrellas. Todas las habitaciones tienen su propio telescopio, aunque no son las del firmamento las únicas estrellas que se pueden contemplar aquí. Si no apunta con su telescopio a Bono o a Cindy Crawford, puede que quiera enfocar a la Venus semidesnuda de la piscina o a la cariñosa pareja de la habitación contigua. No obstante, a pesar de lo anterior, puede que aún quiera volver la vista al cielo. Hay quien asegura que las constelaciones son lo más espectacular de este lugar: una afirmación que, teniendo en cuenta el resto de los encantos del complejo, resulta bastante seria. No puede dejar de ir para comprobarlo.