Mercer Hotel Barcelona

Caminar por los vestíbulos del Mercer Hotel Barcelona es como pasear por una galería futurista de arte moderno en la que las exposiciones nunca cierran y los directores te permiten pasar la noche. Aunque, en este caso, el impecable mobiliario modernista y las mamparas de cristal están dentro de una antigua torre de defensa. Después de todo, estamos en el Barrio Gótico de Barcelona, donde te resultará difícil encontrar algún edificio que no tenga un indicio de los orígenes romanos del lugar.

Si toda esa historia bajo tus pies y los todos esos arcos sobre tu cabeza te hacen vacilar, no te preocupes, los tesoros arqueológicos diseminados por las 28 habitaciones hacen que este sitio sea muy acogedor. Los elementos antiguos están asombrosamente bien integrados para tratarse de un hotel con un diseño austero: el ladrillo expuesto no resulta incómodo y las vigas de los techos están pintadas para adaptarse a la paleta de colores, compuesta por una mayoría de tonos crema que crean un equilibrio perfecto con la madera oscura de los muebles. Las lámparas colgantes parecen escaleras de cuerda y hacen que los baños abiertos sean un poco irreverentes.

Si buscas algo más vibrante, o si simplemente necesitas más espacio, la gran suite de la tercera planta es una increíble mezcla de muebles de color morado intenso y alfombras de color carmín. Aquí, las ventanas miran por encima del Barrio Gótico y el patio del hotel, en el que varias columnas del siglo XVII se ciernen sobre naranjos. El restaurante apuesta por la máxima modernidad y ofrece platos contemporáneos inspirados en la cocina francesa. A medida que asciendes por el hotel, sus servicios se hacen más y más celestiales: en la terraza de la cuarta planta podrás disfrutar de unas vistas maravillosas a la catedral gótica, además de un bar y una piscina al aire libre.