The Dylan Amsterdam

El The Dylan es una creación única en su especie, con sus suntuosos tejidos a rayas y sus espectaculares habitaciones, que evocan las colonias holandesas en Asia, en lugar de esa estética zen suavizada (muebles lacados en una habitación beige vacía) que pasa por elegante en el floreciente grupúsculo de imitadores del Blakes London de todo el mundo.

Si considera que una decoración a base de intensas rayas rojas y negras no es precisamente relajante, hay otras habitaciones más comedidas, decoradas en madera natural blanca, en verde jade o incluso en blanco y negro, a juego con los espacios comunes del hotel. Las habitaciones más llamativas también son cómodas; para empezar, la ropa de cama es de lino, y esto es menos habitual de lo que podría parecer.

Detrás del edificio, en un patio tranquilo, se encuentran el jardín, el bar y el restaurante del The Dylan, tan rabiosamente llamativo y excepcional como el propio hotel. La cocina es internacional: una fusión de lo tradicional y lo moderno, con sabor francés y de África del Norte.
Ámsterdam no es la ciudad más indicada para estar encerrado en ningún hotel, así que el The Dylan sólo es parte de la diversión. El hotel cuenta con una armada de bicicletas negras aparcadas en el exterior que alquila a los huéspedes, no como golpe de efecto, sino porque en Ámsterdam el uso de la bicicleta está a la orden del día. El The Dylan se encuentra en el centro de la ciudad y, por tanto, está bastante cerca del Rijksmuseum, la casa-museo de Ana Frank, el museo de Van Gogh, y de muchas zonas de tiendas y de cafeterías. Si va en invierno, le recomendamos que vaya a patinar con los lugareños a los canales helados; eso es algo que no podría hacer, por ejemplo, en Londres.