Alma Barcelona

Tanta arquitectura de Gaudí ha impuesto unos estándares bastante altos a los proyectistas de Barcelona, y el Alma Barcelona prueba que está muy preparado para el reto. De catedral no tiene nada, pero sus interiores, todo sutil minimalismo, personifican el lado calmado del estilo visual de la ciudad, que muestra lo mejor de sí en el distrito mayormente residencial de L'Eixample. Después de una mansión propia, es casi lo mejor que se podría tener, con la ventaja de estar a pasos de la legendaria vía comercial Paseo de Gràcia, y sin la desventaja de tener que encargarse del mantenimiento y los servicios.

El Alma cuenta con sutiles toques de alta tecnología a través de las instalaciones, destacándose la cerradura de habitación, activada por huella digital. Sin embargo, el ambiente es más contemporáneo que futurista y depende de los encantos de la madera fina y la piel. El mobiliario es una mezcla de lo clásico del modernismo y las piezas hechas a la medida, y aunque las habitaciones son algo oscuras, los baños son una revelación de radiante luz y piedra blanca.

Donde todo se aglutina es en los espacios públicos, bien sea el lounge-terraza de la azotea o el restaurante, que sirve ingeniosa cocina mediterránea. Y como se trata de Barcelona, las cosas tienden a durar hasta bastante tarde, haciendo que el servicio de habitaciones se amplíe 24 horas y el check-out a media tarde sean particularmente prácticos.