The Gritti Palace, a Luxury Collection Hotel, Venice

Venecia es una ciudad mágica, escenario de numerosas novelas, romances y cócteles Bellini, con palomas, vistas de las aguas como las plasmadas por Canaletto en sus obras, callejones y puentes que no llevan a ninguna parte. El lugar más indicado en el que alojarse en Venecia es, a todos los efectos, un palacio y, de todos los palacios transformados en hoteles de Venecia, se dice que el más impecable es el Hotel Gritti Palace.

Desde luego, es perfecto para los detractores de su hotel hermano, el Hotel Danieli, y su ubicación es ideal, a solo unos pasos de San Marcos, pero enclavado a una altura prudencial de la callejuela para estar alejado del estruendo de los transeúntes. Con unas vistas ideales al Gran Canal, no es de extrañar que el Terrazza sea uno de los restaurantes más frecuentados de Venecia. En palabras del antiguo huésped W. Somerset Maugham: «Hay pocas cosas en la vida tan agradables como sentarse en la terraza del Gritti...».

Pero, ante todo, el Gritti es un hotel de un romanticismo pletórico y exuberante, con su tonalidad veneciana, sus camas con dosel y su carpintería o, al menos, eso es lo que opinan Woody Allen y Soon-Yi, quienes no solo pasaron aquí sus primeros días de casados, sino que vuelven todos los años. Según Maugham: «Cuando uno se da cuenta de que su botella de Soave le está esperando en una cubitera, al igual que todos los años, no puede evitar sentirse como en casa». Entre otros huéspedes habituales, se encontraban los Scott Fitzgerald y, quizás el más famoso, Hemingway. A este último le encantaba el camino de vuelta desde el Harry’s Bar.

A pesar del halo palaciego del Gritti y, sobre todo, del retrato de su primer propietario, Doge Gritti, quien observa el vestíbulo con gesto adusto, en este hotel se respira un aire bohemio. Si deseas hacerlo, puedes hospedarte en la antigua suite de Hemingway, que, por supuesto, ha sido restaurada y tiene un aspecto majestuoso, con sus cortinas de brocado de oro y sus enormes arañas de luces. Si vuelves bien entrada la noche, también podrías tirar botellas de vino vacías por la misma ventana por la que lo hacía el mismísimo Ernest.