Hotel Cappuccino

Un trocito del Brooklyn más hípster en pleno barrio de Gangnam… El hotel Cappuccino se sitúa en la línea que separa el hostel de un apartamento, combinando la flexibilidad del primero con la insuperable comodidad del segundo. El vestíbulo es un compendio de los códigos estéticos presentes a lo largo y ancho de sus 18 relucientes pisos: enormes ventanales dan luz a elementos de madera pulida, viejas maletas y superficies de cemento visto que parecen ensalzar las virtudes del reciclado y la recuperación. Dentro de este, la recepción hace las veces de tienda pop-up EPIGRAM. Más que una cómoda cama para viajeros solitarios, el hotel ofrece una plataforma social en la que todo el mundo está invitado a participar. En este sentido, los valores importan. Casi todo lo relacionado con la estancia está ligado a una buena causa: So Car para compartir coche, una cesta de productos Earn & Giveaway en cada habitación con la posibilidad de donar el precio de la parte no utilizada a una obra social, contenedores para donar ropa y hasta opciones para donar parte de las consumiciones realizadas dentro del hotel. Aquí y allá verás alas de ángel que te informan de la posibilidad de tener un gesto solidario: una prueba más de que la política de “valores compartidos” marca aquí una diferencia real, lo mismo que el compromiso de ahorrar agua y reciclar productos. Muchas de las 141 habitaciones son individuales, lo cual nos da una idea de la demografía. En ellas, los colchones de marca ACE y las grandes pantallas contribuyen en gran medida a garantizar la comodidad. Los motivos geométricos junto con elementos de acero cepillado y metal perforado ayudan a crear un agradable ambiente futurista, mientras que los conductos vistos, las ventanas tipo loft y los juegos de grises ponen el toque de elegancia urbana. Si puedes, alójate en los pisos superiores, disfrutarás de las mejores vistas. La lavandería en libre servicio y el gimnasio demuestran que el hotel conoce bien a su público y que no faltan en él lugares en los que relacionarse. El Hot Eatsue, en la planta 17, propone una cocina coreana casera con influencias japonesas, vietnamitas y tailandesas. Su atmósfera, sorprendentemente discreta, contrasta con el resto del hotel. Justo enfrente, el bar de la azotea ofrece una amplia selección de vinos, licores y cócteles, mientras que el café de la planta baja hace justicia al nombre del hotel con las deliciosas mezclas del torrefactor local Anthracite y las no menos deliciosas cervezas de las microcervecerías Magpie. También los perros son bienvenidos y hasta hay una parte del menú dedicada a ellos. Esto, unido a todo lo demás, convierte al hotel en un excelente lugar para hacer amigos…