Stein Eriksen Lodge

Al hotel de lujo que el legendario campeón noruego de esquí Stein Eriksen abrió en los ochenta le sobra lo que a tantos hoteles de estación de esquí les falta: personalidad. El Stein Eriksen se esfuerza por evitar los estereotipos del oeste montañoso y opta por un sobrio diseño europeo, con muebles sólidos de madera, enormes chimeneas de piedra y colores fríos escandinavos.
A pesar de la sencillez de su estilo, las habitaciones del Stein Eriksen no se pueden tachar de elementales. Tenga por seguro que un esquiador sabe lo que un hotel de estación de esquí debe tener: amplitud de espacios, unas comodidades de lujo y una decoración lo bastante resistente como para soportar un golpe accidental con una bota de esquí. Las habitaciones están equipadas con armarios amplios, para que quepan todas las capas de ropa que nos ponemos en invierno, camas king y queen mullidas, bañeras de hidromasaje e incluso jacuzzis al aire libre para aliviar los dolores provocados por la jornada de esquí. Por si esto fuera poco, las suites Luxury son todavía más amplias y cómodas, y las suites Grand, con cocina completamente equipada, son grandiosas (la más grande tiene capacidad para catorce personas).
El hotel se encuentra al pie de la estación de esquí de Deer Valley —en la cordillera Wasatch—, en la que Stein Eriksen es director de esquí. Si bien es cierto que hay estaciones más modernas y con más niveles de dificultad, cuesta imaginarse otra que sirva mejor al propósito de Eriksen: popularizar el esquí alpino. Deer Valley es, junto con Alta, una de las últimas estaciones de esquí en las que se ha prohibido el snowboard, así como un monte idóneo para principiantes, con numerosas pistas amplias, lisas y bien cuidadas que complementan la oferta de otras pistas de dificultad elevada.
El hotel pone a disposición de los huéspedes un spa tradicional de estilo noruego, un restaurante selecto, el Glitretind, y otro más informal, el Troll Hallen. Ambos son excelentes y difíciles de igualar (no se pierda los bombones caseros del repostero Raymond Lammers).