Palacio Ramalhete Lisboa

El Palácio Ramalhete, ubicado entre las calles estrechas y tranquilas del viejo barrio de Lisboa, Janelas Verdes, es un lugar tranquilo decorado con un poco más que unos patios, puntos de vista, luz natural y tejados de pautas geométricas. El nombre del hotel traducido a grosso modo significa el «palacio de las flores», pero en realidad es cualquier cosa menos florido; mejor es una referencia a una representación única de girasoles en un panel de azulejos que se encuentra en la base de una escalera. Los girasoles se han ido frotando poco a poco a causa de un par de siglos de pisoteadas que queda muy bien de todos modos; ya que la representación solo fue puesta allí como marcador de posición para un escudo de armas que los propietarios originales del palacio del siglo XVIII nunca instalaron.

Aunque no se puede clasificar un lugar con una piscina, una terraza y un bar bien surtido como monástico exactamente, el Palácio Ramalhete definitivamente tiene un aspecto de santuario. Cada una de las 12 habitaciones son un poco diferentes, pero la mayoría cuentan con pisos barnizados de madera que han adquirido cierto carácter rústico al pasar de los años, enormes ventanas soleadas con vistas a los patios o al río Tajo, así como paredes hermosas de azulejo. Las opciones de alojamiento tal como la habitación de la Capilla, el Ático, la sala del Museo, la enorme suite Ramalhete y la habitación de Chimenea todas siguen más o menos el mismo dictamen de diseño, dejando así que los diseños eclécticos de la antigua residencia hablen por sí mismos. La habitación de Antigua Cocina y la habitación Roble están entre las más singulares del hotel: la primera como una con una chimenea de cobre convertida en una habitación de hotel de piso de piedra; y la última, una habitación cubierta de piso a paredes con roble antiguo.

Dentro del hotel reina la tranquilidad, pero una vez fuera encontrarás un barrio lleno de restaurantes, bares y cafés. El Museo de Arte Antiguo está justo a la vuelta, también y alberga una colección excelente de arte portugués desde la Edad Media hasta el siglo XIX, así como una variedad de pinturas de maestros europeos. Y por supuesto, descansar en un patio soleado de baldosas rojizas y negras de un palacio del siglo XVIII se presta a ser una lección bastante placentera sobre el legado cultural que Lisboa —y, por qué no disfrutarlo en su totalidad.