Rayavadee

Aunque no está tan lejos de la cacofonía vibrante y abigarrada de Phuket —ochenta kilómetros en línea recta— Rayavadee bien podría ser de otro planeta. Es un lugar que ofrece, ante todo, la posibilidad de aislarse del mundo a lo grande, aunque eso ya debería quedar claro desde el principio, ya que el único modo de llegar a este pintoresco punto costero de la espectacular península de Phranang, al sur de Tailandia, es en barco. A medida que el visitante se acerca, es recibido por las escarpadas paredes de roca que parecen surgir de la frondosa vegetación de la península. Diseminados por los terrenos del hotel hay un centenar de pabellones privados y villas, inspirados en la belleza natural de un pueblo tailandés tradicional.

Aunque su categoría varía desde las villas deluxe hasta las ostentosas villas Phranang, ninguna de ellas es una mala elección. El diseño circular confiere un aire abierto y aireado a un espacio de tamaño ya generoso, y las grandes ventanas acentúan el interior con el verdor del paisaje de los alrededores. Para los huéspedes que deseen un tipo de soledad que las playas de arena blanca no pueden proporcionar, algunos pabellones tienen piscinas privadas anejas; en las habitaciones más lujosas, este espacio exterior se amplía para incluir un jacuzzi y una cubierta de madera para celebrar cenas y reuniones.

Rayavadee está aislado, pero no por eso abandonado a su suerte: los cuatro elegantes restaurantes ofrecen comida de gran calidad, mientras que el spa es una interpretación lujosa del tradicional bienestar tailandés. A quienes prefieran una terapia de compras no debe preocuparles la ubicación alejada de todo del hotel: hay un centro comercial boutique en el propio hotel, donde se puede conocer el trabajo de los artesanos locales con gran tranquilidad y sosiego.