The Luxe Manor

Si bien es cierto que el nombre (que significa «casa solariega de lujo») da que pensar, no tema, son conscientes de lo extravagante que resulta; de hecho, con él pretenden hacer un guiño a los huéspedes. Con sus arañas pintadas, sus trampantojos a modo chimeneas, sus antigüedades de imitación con dibujos de tiras cómicas y su pasmosa cantidad de pintura dorada, el Luxe Manor es —por lo menos en cierto sentido— una sátira de los tremendos disparates del mercado de la hotelería de lujo de alto nivel.

Sin embargo, no hay duda de que un diseño ingenioso no puede ser la única baza de un hotel; también tiene que funcionar como hotel, a una escala más fundamental. El Luxe Manor es uno de los escasísimos hoteles boutique de diseño de Kowloon, un sitio que, de haber caído en unas manos menos ambiciosas, habría sido de un minimalismo monocromático absoluto, y su derroche ornamental le da personalidad, una característica clave (al igual que el servicio —en este caso, esmerado— y la ubicación) para este tipo de hoteles.

A pesar de su sátira de la ostentación de la hotelería de categoría, el Luxe Manor también ofrece unos cuantos lujos. Sus televisores con pantalla de cristal líquido no son peores por tener un marco de oro falso, y no sólo es graciosísimo sino también admirable que el restaurante italiano esté a cargo de un chef distinguido por la Guía Roja Michelin que solía cocinar en uno de los yates de Onassis. En definitiva, su filosofía consiste en ambas cosas, en quererlo todo y reírse de ello.