Vila Kalango

A casi todo el mundo se le traba la lengua con el nombre Jericoacoara, y muy poca gente ha oído hablar del sitio. Esta zona de playa se encuentra muy lejos de Río y Búzios, en la costa del norte de Brasil. Hace poco más de 20 años, este tranquilo pueblo de pescadores ni siquiera tenía electricidad. Cuando el Gobierno declaró la zona parque nacional en 2002, Jericoacoara se convirtió en una especie de meca del windsurf, pero la localidad aún parece anclada en un pasado de caminos de arena y hamacas.

El Vila Kalango encaja perfectamente en este paraje natural. El hotel se enclava en la playa principal del pueblo y consta de casas erigidas sobre pilotes y bungalows privados, construidos con eucalipto, ladrillos de barro, paja y madera autóctona. El estilo es elegante a la par que sencillo: suelos de tablas anchas de madera, ladrillo a la vista, vistosos tapices tejidos por artesanos de la zona y camas con románticas (y prácticas) mosquiteras a modo de dosel. Los huéspedes pueden optar por comodidades modernas, como el aire acondicionado y la conexión wifi, o por lo natural: la brisa marina y un buen libro. En vista de la ausencia de televisores de pantalla plana y teléfonos en las habitaciones, está claro que los propietarios fomentan lo segundo.

Hay una escuela de kitesurf, un spa y un restaurante rústico al aire libre, en el que se sirve pescado fresco a la luz de las velas. Al caer la noche, la terraza de la piscina atrae a los huéspedes como un imán. Simplemente tendrás que sentarte en una chaise longue de madera y degustar la especialidad de la casa: caipiriña helada.

Indicaciones para llegar al hotel:
El Vila Kalango se encuentra a cuatro horas del aeropuerto internacional de Fortaleza, Pinto Martin. Se puede contratar un servicio de transporte que cuesta 500 BRL por trayecto para un máximo de cuatro huéspedes.