Las Mananitas

En cuanto uno piensa en México, lo primero que le viene a la cabeza son esos complejos hoteleros tan desmesurados que, a la postre, hacen que un lugar como Las Mañanitas resulte una agradable sorpresa y sea un secreto bien guardado. En realidad, lo crea o no, el principal atractivo del hotel es su restaurante, aunque sus 29 habitaciones, que rompen con el pretencioso estilo tropical imperante en la costa, también son extraordinarias y de una elegancia asombrosa.
No cabe la menor duda de que Cuernavaca no sólo está muy lejos de los lugares más turísticos de la costa, sino que no podría ser más diferente a ellos. Esta ciudad del interior se encuentra, aproximadamente, a una hora de la Ciudad de México. A falta de playas y mar, Cuernavaca se erige en una ciudad cultural, provista de emplazamientos arqueológicos y hermosas haciendas antiguas, además de una situación envidiable, muy cerca del antiguo pueblo de Tepoztlán, y unos espacios abiertos amplísimos en el parque nacional circundante.
Es lógico, por tanto, que la tranquilidad sea una de las especialidades del hotel Las Mañanitas: sus 21 habitaciones y suites, con sendas terrazas privadas o patios, están dispuestas en torno a los jardines centrales. Mientras los huéspedes descansan junto a la piscina, los flamencos hacen lo propio alrededor del estanque japonés o en medio de unos jardines inmaculados. Puede que no llueva a gusto de todos en lo que se refiere a la decoración, con su aire solemne y colonial, pero las habitaciones compensan con su encanto y su comodidad una estética que podría considerarse poco impactante.
La fama del restaurante está plenamente justificada y tanto su cocina continental como sus especialidades mexicanas pueden degustarse en las terrazas que dan a los jardines. El hecho de que los grandes complejos hoteleros flaquean en este aspecto es un secreto a voces y una razón más para deleitarse con el aire refrescante y reparador que se respira a kilómetros de altura.