The Lugger Hotel

Escondido en una recóndita cala de la costa de Cornualles, el Lugger jamás podría confundirse con uno de esos nuevos hoteles boutique de campo que se han puesto de moda en Inglaterra. Esta antigua posada de contrabandistas del siglo XVII es hoy un lugar apartado y tranquilo, al que nadie va a llamar la atención, sino a eludirla.
Esto no significa que no sea un hotel encantador y agradable, sino que el Lugger se limita a cumplir su función de sencillo rincón de la costa, y lo hace increíblemente bien. Los interiores son cálidos y acogedores, contemporáneos y lujosos, sin llegar a ser modernistas ni exclusivos, y el servicio es tradicional e impecable.
Las habitaciones no están recargadas, pero tampoco son austeras, simplemente rezuman elegancia, sencillez y suntuosidad, con sus mullidas camas cubiertas de almohadas y su relajante gama de colores crema y grises. Los cuartos de baño son ideales, sin mármol ni baños de oro, sólo unas bañeras hondas e inmensas y duchas independientes con agua a presión. Todas las habitaciones son diferentes: algunas son más espaciosas y otras tienen mejores vistas.
No se vaya sin degustar la comida del restaurante del hotel con el puerto como telón de fondo. La cena consiste en tres platos exquisitos regados con una amplia selección de vinos y la especialidad es el marisco, concretamente, la langosta de Portloe y el cangrejo de la zona.

El Lugger no admite niños menores de 12 años.