Lupaia

A lo largo de nuestra carrera hemos visto más de un hotel que quizá hayamos descrito como “rústicos toscanos”. Sin embargo, tras conocer el Lupaia, nos parece que la mayoría de ellos se quedaban cortos. En este, ese encanto típico rural se palpa sobre todo a eso de las once o doce de la mañana, cuando empiezan a llegar a la cocina abierta los ingredientes ecológicos procedentes del huerto del hotel que servirán para elaborar la cena de cuatro platos. Es el mismo encanto que desprenden las habitaciones, acondicionadas en cinco edificios históricos cuidadosamente rehabilitados y cada una a su manera un mosaico de estilos toscanos, con equipamientos contemporáneos bajo techos de vigas centenarios y superficies sin desbastar sobre las que resaltan muebles finamente labrados.
Una piscina infinita es siempre un punto a favor de cualquier hotel, sobre todo si como este surge en un paraje digno de postal. El Lupaia se asoma desde su colina a hectáreas y hectáreas de campiña toscana, divisándose todo el valle hasta Montepulciano, a unos cinco kilómetros de distancia. Esto significa que goza de una situación privilegiada para explorar los innumerables lugares de interés turísticos que salpican la región y visitar un sinfín de buenas bodegas y restaurantes. Eso sí, no se sorprenda si al acercarse la hora de cenar nota como un cosquilleo que le obliga a volver al Lupaia a toda prisa…
A tener en cuenta: El Lupaia es un pequeño alojamiento con tan solo 11 habitaciones, más vale pues reservar con bastante antelación.
El Lupaia permanece cerrado entre los meses de noviembre y marzo.