Lydmar Hotel

Habrá quien se acuerde de otro hotel de Estocolmo que se llamaba Lydmar, un sitio bullicioso y rabiosamente moderno, que se centraba fundamentalmente en la vida nocturna y en el que los juerguistas a veces apabullaban a los huéspedes. A principios del nuevo milenio los hoteles boutique eran así, pero la cosa ha cambiado. Hoy en día cada vez se centran más en los valores tradicionales de la hostelería, y en este sentido, el Lydmar vuelve a ser un hotel ejemplar.


Hay que reconocer que Estocolmo suele llevar la delantera en lo que respecta al diseño. Para cuando la mayoría de nosotros entendimos en qué consistía el «diseño escandinavo», los suecos ya estaban haciendo otra cosa. En el Lydmar el minimalismo austero brilla por su ausencia. Ahora los diseñadores escandinavos beben de la historia. Se ve algún que otro sofá o silla de mediados de siglo, pero impera una decoración tradicional que raya en lo rústico.


Los mejores hoteles de lujo nuevos tratan de evitar la ostentación, y el Lydmar no es una excepción: si bien es cierto que luce una elegancia discreta, priman los materiales de calidad y el ambiente íntimo del hotel. A pesar de que no podría ser más distinto a un bar con una casa de huéspedes anexa, el Lydmar tampoco está muerto; de hecho, tiene una sala de conciertos pequeña e íntima y un bar-restaurante que, con toda seguridad, se acabarán convirtiendo en locales de moda de la zona. Además, goza de una ubicación céntrica donde las haya, con el Grand al lado y el puerto y el casco antiguo enfrente.


Indicaciones para llegar al hotel:

El hotel se encuentra a 11,7 kilómetros (aproximadamente 21 minutos) del aeropuerto de Bromma-Estocolmo.