Grand Hotel Stockholm

Sin un centímetro de madera clara y ni una sola cama canapé a la vista, el Grand es un buen ejemplo del estilo sueco de 1874 y se ha convertido en el mejor lugar para alojarse si se es ganador de un Nobel, dignatario extranjero o simplemente una estrella del cine como otra cualquiera. La ubicación de este hotel tampoco es motivo de queja: se encuentra en el corazón de la ciudad, junto al Palacio Real, y las mejores habitaciones ofrecen vistas al puerto y al casco antiguo. Aunque el hotel ha sido objeto de varias renovaciones para adaptarse a las exigencias de la hospitalidad moderna, siempre alegra ver que algunas cosas nunca cambian: tal es el caso de la sala de baile, que sigue siendo una réplica meticulosa del Salón de los Espejos de Versalles.
Si bien varían en tamaño, todas las habitaciones están decoradas de forma acorde con las expectativas: mobiliario clásico y cuartos de baño en mármol italiano. Por su parte, las suites presentan un aspecto casi cómicamente decadente, y algunas de ellas se componen de cinco habitaciones incluyendo salas de estar y salones. Además el servicio es impecable, tal y como corroboran los cientos de nombres que llenan el libro de visitas. El desayuno se sirve en la Grand Veranda, cuyas ventanas panorámicas presentan una maravillosa vista de la ciudad además de tres restaurantes más con menús de una gran variedad, Tómese algo en compañía de ciudadanos suecos ilustres en el Cadier Bar.