W South Beach

Cuesta pensar en otro hotel W a cuya inauguración se le diera tanta importancia. No es que en Miami escaseen las habitaciones de hotel, pero el W parece haber dado en el clavo. Este nuevo gigante de Collins Avenue se ha convertido en el hotel de South Beach por antonomasia; tanto es así que ya cuesta imaginarse la ciudad sin él.
Eso quiere decir fundamentalmente que todo lo que no sea blanco es azul cielo o marino, empezando por la fachada del propio edificio. Su luminosidad y espaciosidad, mayores que las de otros W, casan perfectamente con el paraje; los 312 estudios y suites irradian un lujo glamuroso de vanguardia, con un regusto art déco. No hay ningún tipo de alojamiento pequeño, si bien algunas de las suites de mayor categoría son realmente inmensas. La famosa Bungalow es algo más que la suite del ático; teniendo en cuenta que ocupa tres plantas y tiene su propia piscina, haría falta un séquito para hacerle honor.
Naturalmente, la piscina común tampoco está nada mal: una piscina que se confunde en el horizonte con el Atlántico, con hileras de tumbonas que dibujan un arco. El ambiente que reina aquí durante el día por la noche se extiende a los restaurantes y bares del W, que no es lugar para tímidos, pues la vida social forma gran parte del atractivo del hotel.