Claridge's

Posiblemente Claridge’s sea uno de los mejores hoteles de Londres, y casi con toda seguridad el más elegante. Incluso después de su renovación, este hito del Mayfair, donde las coronas de Europa esperaron hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, ha conservado de forma espléndida e inalterable en el tiempo su estilo art decó. Pase por debajo del toldo de la entrada hacia el vestíbulo decorado con jarrones Lalique, columnas doradas y una impresionante escalinata ornamentada con pasamanos de bronce, que se abrillanta a diario. Los ascensores se operan manualmente y cada uno de ellos está equipado con un sofá para reposar durante la espera.
Las habitaciones son un halago para cualquiera que tenga el suficiente gusto como para reservarlas. La reina Victoria y la emperatriz María Eugenia eran grandes admiradoras, como lo es Anna Wintour, que se aloja durante la semana de la moda, y la reina Isabel, que almuerza una vez al año en la suite real. Sin embargo, preferimos las habitaciones art decó a las de estilo rural inglés más tradicionales. Los cuartos de baño le harán volver a los años treinta con sus bañeras y duchas que le desconcertarán por la complejidad de su grifería. Si consigue imaginárselos, los cabezales de ducha del tamaño de un plato son tan maravillosos que algunos clientes han intentando robarlos.
En la sala de lectura el té se sirve en teteras de plata y porcelana fina ribeteada en oro junto con los mejores scones (bollo típico acompañado de mantequilla y mermelada) de todo Londres. El restaurante es uno de esos lugares de pasado grandioso aunque los mejores platos no se encuentran en el menú (por ejemplo, pastel de pollo con huevos de codorniz). Pero el atractivo genuino es el nuevo bar, que ha atraído, sorprendentemente, la atención de la joven jet set; hasta ahora, Claridge’s nunca había sido un lugar especialmente juvenil.
A pesar de su escalada en el mundo de lo moderno, la impronta del Claridge’s sigue siendo tradicional. El personal está lejos de ser como esos muchachos “pasotas” vestidos de negro de los hoteles de moda. Más bien, el personal está bien arreglado con ropa clásica y discreta. John Spahr, el conserje, lleva en este hotel treinta años y es experto en encontrar de todo, desde equipaje extraviado hasta niños perdidos. El personal es, además, educado: porteros, camareros, lacayos y recepcionistas, todos le tratarán con la misma cortesía que dedican a un habitual. Y es que en Claridge’s las formas, al igual que la decoración, no cambian con las modas.