The Landmark Mandarin Oriental

El primer Mandarin Oriental de la isla de Hong Kong prácticamente tiene monopolizado el mercado del lujo asiático tradicional. Es lógico, por tanto, que el céntrico Landmark sea un tanto diferente. Es una obra maestra del diseño contemporáneo en medio de una ciudad más bien conservadora: los espacios interiores, de Adam Tihany y Peter Remedios, están a la vanguardia del lujo moderno.
Lo primero que llama la atención al entrar en las habitaciones es el suelo de madera negra, pero éste no es su único atractivo, ni mucho menos: supuestamente son, de media, las habitaciones de hotel más grandes de Hong Kong. Aunque no contamos con las estadísticas necesarias para confirmar esta aseveración, no cabe la menor duda de que, con sus cerca de cuarenta y dos metros cuadrados, hasta las habitaciones más pequeñas del Landmark son considerablemente amplias. Su decoración de líneas bien definidas y sus colores apagados las hacen aún más grandes y hay espacio de sobra para toda clase de dispositivos tecnológicos, incluidos los tan esperados equipos de música con entrada para iPod.
Con sólo ciento y pico habitaciones, se considera un Mandarin más bien pequeño, que no necesita más que un restaurante y un bar: el barroco Amber de influencia europea y el famoso MO Bar, ambos muy frecuentados tanto por los vecinos de Hong Kong como por los huéspedes del hotel. El spa, en cambio, roza la desmesura, con sus dos pisos y su amplio abanico de tratamientos. El hotel se encuentra en pleno centro de la ciudad, en una zona equivalente a Wall Street y el centro de la isla de Manhattan juntos. Los aficionados a las compras tienen motivos para alegrarse: los huéspedes del Hyde Park Mandarin de Londres han de cruzar la calle para llegar a Harvey Nichols, mientras que los del Landmark tienen los grandes almacenes en el edificio al lado.