Pulitzer Amsterdam

Si es usted un entendido del mundo de la hotelería, quizá se esté imaginando el típico hotel de negocios norteamericano importado a Holanda.
Lo cierto es que Ámsterdam no es así: además de la legalidad de determinadas prácticas de ocio, también cambian otros aspectos relativos a la hotelería. Aquí por Hotel Pulitzer se entiende un fotogénico bloque de casas del siglo XVII que se alzan junto al canal convertidas en un hotel de cinco estrellas. En el centro de ese bloque de casas hay un elegante patio con jardines y terrazas: el lugar ideal para cenar al aire libre, si el tiempo lo permite, y un lujo excepcional, que constituye uno de los principales atractivos del hotel. Muchas habitaciones tienen vistas al jardín, otras dan a los canales y otras, en comparación, menos afortunadas, desde las que se domina el pintoresco Prinzengracht o el encantador Keisersgracht, aunque, desde luego, podemos imaginarnos destinos más fatídicos que éste.
No piensen que la herencia histórica del Pulitzer incluye interiores del siglo XVII de estilo afectado; el estilo es más bien contemporáneo, un tanto ecléctico, pero no demasiado moderno. Todas las habitaciones han sido reformadas y muchas están provistas de tarima de madera noble. Es de agradecer que los cuartos de baño estén equipados con suelo térmico de mármol.
El hecho de que el plano del hotel sea casi idiosincrásico se debe a la dificultad de transformar 25 sinuosas casas en un hotel moderno sin arrasar todo el bloque. Esta también es la causa de que no haya acceso para minusválidos. Por lo demás, el Pulitzer es un hotel de lujo de primera que ofrece todas las comodidades modernas habituales y algunas específicas de Ámsterdam. En recepción podrá alquilar una bici con la que descubrir la verdadera esencia de Ámsterdam, aunque también tiene la opción de viajar por los canales navegables de la ciudad en el barco del hotel, que ofrece este servicio en grupo o de forma privada.