NH Collection Madrid Abascal

Muchos de los edificios más hermosos y mejor situados están reservados para el uso de embajadas y consulados. Por eso, saber que una antigua embajada ha sido transformada en un hotel cuatro estrellas, especialmente en una ciudad tan impresionante desde el punto de vista arquitectónico como Madrid, es siempre una buena noticia. En este caso, basta contemplar la majestuosa fachada de piedra del NH Collection Abascal para comprender que el hotel cumple con todas las expectativas. El edificio en sí, una residencia privada de estilo clásico convertida posteriormente en embajada, es elegante y espacioso, con altísimos pilares de mármol, esbeltos arcos e historiadas barandillas de hierro forjado: el marco perfecto para una importante colección de arte (que incluye una obra original de Javier Mariscal), un refinado brunch dominical supervisado por un chef con estrella Michelin y con foie gras incluido y una coctelería con propuestas de corte clásico y sofás Chesterfield. Los pisos superiores han sido remodelados a conciencia para acoger 183 habitaciones y suites que, salvo por algunos detalles como el parqué o los altos techos de molduras, podrían encontrarse en cualquier buen hotel de negocios de cualquier parte del mundo: blanco inmaculado y tonos tierra, las estupendas camas que se han convertido en una de las señas de identidad de la marca, carta de almohadas, duchas de efecto lluvia, grandes televisores de pantalla plana y wifi de alta velocidad. Algunas de las habitaciones y suites premium aprovechan las características del edificio para ofrecer encantadoras terrazas privadas con vistas a la ciudad. Aunque, si te alojas en una habitación estándar, siempre podrás sentarte en el bar-terraza de la planta baja u optar, cómo no, por el gimnasio. El hotel dispone asimismo de un restaurante, el DOMO, y su desayuno te pondrá de buen humor para encarar el día incluso entre semana. El NH Collection Abascal está algo alejado del centro histórico –como antigua embajada, se encuentra en elegante barrio de Chamberí–, pero teniendo en cuenta la cantidad de chocolate con churros que se puede llegar a comer en Madrid, agradecerás ir paseando hasta el Prado.