Le Sereno

Saint-Barthélémy es la viva imagen de la Francia actual, pero en versión tropical: el París del siglo XXI en la playa. Este ambiente sofisticado es el principal atractivo de Le Sereno. La mayoría de los hoteles que se enclavan en islas tropicales adolecen de un estilo ligeramente kitsch en tonos pastel, mientras que este es el paradigma de la sobriedad moderna. Christian Liaigre es un reputado diseñador de hoteles, como el Mercer de Nueva York, y de varios comercios y residencias de alto nivel, aunque con Le Sereno ha demostrado que su diseño es sencillo, pero perfectamente exportable.

Del deslucido y anticuado Sereno Beach Hotel, solo se conservó su más pura esencia y los interiores, con sus paredes blancas y sus brillantes maderas exóticas, hacen alarde de una elegancia exquisita. Sin embargo, «elegante» no tiene por qué significar «artificioso», ya que lo que prima tanto en el Caribe como, concretamente, en St. Barth es la naturalidad y la relajación, y si, además, hay lugar para el estilo y el glamour, pues mucho mejor.

Las habitaciones que se encuentran frente al mar dan a la tranquila y espectacular cala de Grand-Cul-de-Sac, a solo unos metros de una espléndida playa privada. Mientras los huéspedes duermen en sus camas con dosel, la brisa marina se cuela por las puertas de lamas. Las habitaciones tienen televisores de plasma y suntuosos cuartos de baño, surtidos de artículos de baño Ex Voto Paris y albornoces y toallas confeccionadas para el hotel. La habitaciones y villas existentes están mejor que nunca, mientras que las nuevas suites son totalmente modernas. El spa, por su parte, acaba de ser ampliado y cuenta con tres salas de tratamiento, así como un gimnasio nuevo y un jardín para practicar meditación o yoga.

En Le Sereno Bar and Lounge, la noche se disfruta al más puro estilo de St. Barth —en un ambiente relajado y con mucho estilo— y Le Sereno Al Mare junta a lugareños y huéspedes y les ofrece comida italiana junto al mar. Como todo en Le Sereno, los espacios son impecables, tan cosmopolitas como los de cualquier hotel boutique de ciudad, y, rodeados de la magnífica belleza de la isla tropical, ofrecen un contraste asombroso, casi surrealista, y probablemente único: cuesta imaginarse otro lugar en el que vivir una experiencia tan urbana y europea a solo unos metros de las azules aguas del mar del Caribe.