Palazzo Scanderbeg

Los nobles y gobernantes siempre han tenido una curiosa habilidad a la hora de hacerse con los mejores inmuebles para su disfrute personal. Por eso no es de extrañar que uno de los grandes héroes nacionales de Albania, Jorge Castriota –más conocido como Skanderbeg (1405-1468)–, no se conformara con una vivienda cualquiera para sus frecuentes estancias en Roma. Se diría que el lema location, location, location ya estaba de plena actualidad en la Roma del siglo XV: no en vano, su palacio se encuentra a escasos metros de la Fontana di Trevi. Desde entonces, el edificio ha ido pasando por diferentes etapas, entre ellas una reciente durante la cual funcionó como museo de la pasta. Hoy día, el Palazzo Scanderbeg ha vuelto a sus raíces, reabriendo sus puertas como un pequeño hotel caracterizado por una elegancia clásica con un toque moderno.
Palazzo no siempre significa “palacio”. En este caso sí, aunque quizá en su versión más urbana (lo que en Andalucía llaman con mucho tino “casa palacio”). Sus opulentos salones y estancias de estilo renacentista han sido transformados en apartamentos y suites sorprendentemente espaciosos para un hotel tan céntrico. Algunos de los elementos pertenecen al edificio original, otros en cambio son adiciones: fíjese, por ejemplo, en los suelos realizados con maderas venecianas recuperadas. Pese a todo, el interior respira una estética y una atmósfera contemporáneas. En las suites se aprecian algunos de los detalles arquitectónicos más representativos del palacio, entre ellos los altos techos de vigas de madera y las molduras. La decoración no obstante sigue siendo de líneas limpias y modernas y los equipamientos eminentemente funcionales: televisores de pantalla plana en todas las salas de estar y dormitorios, wifi gratuito, cafeteras… Muchas de las suites tienen cocina, un detalle de agradecer, aunque dudamos que se utilicen para algo más que preparar unas tostadas para el desayuno o agitar unos aperitivi para antes de la cena.
Después de todo, quien se aloja aquí está en pleno corazón de Roma, con todo lo que eso implica. Y por mucho que los metros cuadrados adicionales, la terraza, la ducha estilo hammam o el servicio de mayordomo a tiempo parcial que se ofrece con algunas de las suites de categoría superior sean sin duda una gran ventaja, en esta ciudad más que en ninguna otra, una habitación de hotel es ante todo un lugar en el que reponer fuerzas antes de volver a salir a hacer turismo, ir de compras o cenar. Gracias a lo estratégico de su situación, podrá incluso disfrutar de un almuerzo de tres platos sabiendo que para echarse una estupenda siesta solo tendrá que caminar unos pasos. Y es que, si todos los caminos llevan a Roma, en Roma todos los caminos llevan al Palazzo Scanderbeg…