Sinner

Le Marais, uno de los barrios con más historia de París, es conocido por su remoto pasado aristocrático, por su vinculación con la vida nocturna en tiempos más recientes y, ya en época actual, por ser uno de los barrios más artísticos y creativos de la capital francesa. El grupo EVOK –responsable de el Brach y el Nolinski– se ha inspirado en esta ocasión en algunos de los aspectos más llamativos de Le Marais. La prueba de ello es su nombre (literalmente “pecador”), que puede interpretarse tanto como un guiño a las órdenes eclesiásticas que un día se establecieron en el barrio como a los buscadores de placeres quizá no tan “prohibidos” que hoy lo visitan.

El diseñador y arquitecto Tristan Auer ha tenido carta blanca para crear una experiencia realmente inmersiva, compuesta por zonas comunes con un indiscutible sentido de la teatralidad, lujosas habitaciones y un toque de optimismo y desenfado que nos transporta a los años setenta. El resultado es colorido, ecléctico y, contradiciendo la sobriedad casi monacal del exterior, más enfocado a proporcionar un estimulante torbellino de sensaciones que a crear un espacio zen y urbano. Un lugar impactante y teatral que pese a todo sabe ser elegante y todo lo lujoso que cabe esperar, hedonismo obliga.

Para ello se ha recurrido a especialistas y creativos de la capital que lo han dotado, entre otros, de sus colecciones de música y libros. No menos creativo es su restaurante, donde el chef Adam Bentalha y el chef pastelero Yann Brys miran hacia el norte de África y Suramérica en busca de la inspiración que sustenta su singular cocina "tribal". El bar, con sus llamativas vidrieras y con la necesaria dosis de intimismo y misterio que requiere la vida nocturna, centra la actividad social del Sinner. Sume a ello un spa by La Colline con piscina cubierta climatizada y obtendrá un auténtico hotel de lujo con un espíritu, eso sí, mucho más atrevido que la mayoría de hoteles de su categoría.