Maison Breguet

De todos los cambios que se han producido en la escena hotelera parisina en las dos últimas décadas, el más de agradecer ha sido la aparición de los hoteles de lujo de tamaño modesto: lo suficientemente pequeños para respirar el carácter y la atmósfera de un hotel boutique, pero con un nivel de confort que les permite rivalizar con los famosos “palaces” de la ciudad (aunque a una escala obviamente menor). La Maison Bréguet, como ya habrás adivinado, es un ejemplo perfecto de esta tendencia, aunque lo que hace realmente especial a este hotel es que es único en su género.

Este antiguo edificio industrial del barrio de la Bastilla, siempre en rápida mutación, ofrece un telón de fondo muy particular y algunos elementos poco habituales, desde un jardín privado y un restaurante con techo acristalado hasta una zona wellness con espacio no sólo para una sauna y un baño turco, sino también para una piscina. Las habitaciones no son muy amplias –estamos en París–, pero son más que cómodas y están equipadas con ropa de cama de primera calidad y máquinas Nespresso. Si necesitas más espacios puedes optar por las deluxes comunicantes, las suites e incluso una casa independiente con tres dormitorios y jardín.

Para esta pareja de hoteleros primerizos, todo es cuestión de cariño y la frescura con la que enfrentan su labor impregna cada rincón del hotel: no hay nada que parezca estándar o al uso y las conexiones de los propietarios con el mundillo creativo parisino se hacen patente aquí y allá, ya sea en las obras de arte, ya en la tienda, con artículos cuidadosamente escogidos. La Maison Bréguet alberga además un magnífico restaurante. Este hecho por sí sólo debería de bastar para diferenciarlo de la mayoría de sus rivales y convertirlo en una de las referencias culinarias de la zona.