Le Roch

Un hotel que ofrece algún tipo de experiencia local –ya sea un artista residente pintando un mural en el vestíbulo, ya un bar de cócteles donde se reúnen quienes trabajan en los alrededores antes de volver a casa– ya va un paso por delante de los hoteles de la competencia. Eso es especialmente cierto en una ciudad como París, donde la separación entre lo local y lo turístico resulta tan evidente. Le Roch Hotel & Spa se ha propuesto hacer algo al respecto. La diseñadora de interiores Sarah Lavoine no es solo una de esas parisinas arrolladoramente modernas: es también una creativa muy demandada que vive y trabaja –y compra, come y bebe– en el barrio y que además ha puesto su corazón y su alma en el lugar. El resultado es un hotel boutique de 37 habitaciones que encarna esa elegancia aparentemente despreocupada que nos encanta asociar con París. Que el hotel reúna las comodidades de un cinco estrellas y esté estratégicamente situado entre la Place de l'Opéra y la Place Vendôme (distrito I) no es más que la guinda del pastel…
Olvídese de las líneas minimalistas y de los interiores totalmente blancos: gracias a los grandes ventanales omnipresentes, Le Roch está inundado de luz natural, pero la estética de Lavoine es oscura y misteriosa, una gran dosis de glamour a la antigua adornado con un toque moderno. Los tonos chocolate, negro y azul marino combinan con suelos de mármol de Carrara y nogal, esculturales lámparas, espejos redondos de grandes dimensiones, alfombras de motivos y sofás de terciopelo en los que le encantará arrellanarse tras una tarde paseando por la ciudad. Lo que se propone el hotel es precisamente eso: ofrecerle un hogar lejos del hogar, con mejores sábanas y con pain au chocolat para desayunar.
La gama de habitaciones empieza con las de categoría “Cosy”, de tamaño razonable, y llega hasta la lujosísima suite Saint Roch, con bodega, hammam y mayordomo privado. Todas las habitaciones disponen de equipamientos e instalaciones de calidad: baños con suelos de baldosas de estilo marroquí, lavabos (y en la mayoría de los casos, bañeras) de marca Kaldewei, sistemas de iluminación de vanguardia y altavoces inteligentes Marshall de inspiración vintage. Bajando las escaleras le aguardan una piscina a la luz de las velas con paredes de pizarra oscura, un spa y un gimnasio. El restaurante, por su parte, está supervisado por Arnaud Faye, quien se hizo con su primera estrella Michelin como chef de L’Espadon, en el Ritz. Pero el hotel estaría incompleto sin un elegante bar de cócteles que sirva de punto de reunión a los vecinos de la zona. Le Roch cumple este requisito con un espacio interior/exterior para que pueda sentarse donde más le apetezca: en la barra, en la terraza junto a la chimenea o en el patio ajardinado. Es posible incluso que vea entrar a Lavoine para tomar un aperitivo. En ese caso, pídale al barman que le ponga lo mismo que a ella…