Hôtel Louison

En términos generales, los hoteles de París tienden a caer en una de tres categorías: los vertiginosamente opulentos, los vanguardistas o de alto concepto, y aquellos que renuncian toda teatralidad a favor de un confort minimalista y un carácter decididamente francés. Y el Hôtel Louison, un hotel de cuarenta y dos habitaciones emplazado en una mansión de Saint-Germain edificada en 1856, cae sin duda en esta última categoría. A primera vista el hotel es compuesto por un vestíbulo y salón de entrada, una pequeña sala de desayuno al nivel de la calle y varias habitaciones pequeñas que gozan de bastante luz natural. No obstante, con tantos restaurantes, cafés, bares, galerías y tiendas en las afueras, alrededor del Rive Gauche, sería algo ridículo pasar demasiado tiempo dentro de las instalaciones.

Y como un lugar para descansar entre excursiones, el Hôtel Louison le servirá justo a la medida. Se fija un poco atrás de la rue de Rennes, pero se encuentra lo suficiente alejado del bullicioso barrio como para mantener el ruido a la raya. Incluso hasta las habitaciones de categoría ejecutiva de triple ocupación son pequeñas, pero no cabe duda que a lo largo de todas las habitaciones lo esencial está muy bien presentado, tal como: iluminación cálida, suave ropa de cama, muebles antiguos sobre los pisos de parquet, además de todas las comodidades modernas necesarias como acceso al Internet inalámbrico, aire acondicionado y un televisor de pantalla plana.

El hotel tiene algo de un pasado legendario—entre sus huéspedes se nombran los hijos de Luis XIV, los primeros aviadores franceses y varios artistas del auge bohemio del Rive Gauche—pero hoy en día la familia detrás del hotel atiende a su clientela actual con el mismo cuidado de siempre. Una renovación reciente le ha añadido un aspecto mucho más contemporáneo que su edad y su mobiliario de época sugerirán. Pensándolo bien, asemeja la historia del mismo barrio del Rive Gauche. Y aun así mantiene su apariencia vibrante, sin perderse en el presente ni olvidándose de su pasado nostálgico que envejece despaciosamente como un acto de gracia.