Hôtel de Nell

He aquí un buen ejemplo de lo que debería ser el minimalismo hotelero: en lugar de verse reducido a su más mínima expresión, el Hôtel de Nell está impregnado de una calidez tranquila y discreta, todo lo contrario a esa falta de sustancia que impera en tantos hoteles que dicen optar por la sencillez. Como siempre, la clave está en los detalles: suelos de parqué calefactados y cubiertos de alfombras de lana ecológica por las que da gusto andar, duchas con paredes de piedra negra de las que no querrá salir y, en las mejores habitaciones, enormes bañeras japonesas talladas en bloques de mármol y equipadas con accesorios de madera de mirto de Oregón.
Su situación en la Rue du Conservatoire, en el distrito IX de París, puede que no sea de las más prestigiosas, pero su entorno urbano es digno de postal. En una estrecha calle justo enfrente del hotel se levanta la iglesia de Santa Cecilia, del s. XIX, y, en la esquina opuesta, un edificio de estilo clásico haussmanniano. La mayoría de las habitaciones dan a una u a otro y, sea cual sea la vista, abunda la luz natural.
Su pequeña distancia hasta los principales puntos de interés (realmente pequeña), la compensa con un restaurante y un bar que son un destino en sí mismos. El primero es la tercera secuela de La Régalade, del aclamado chef parisino Bruno Doucet, un nombre que atrae a numerosos gastrónomos de la capital gala. Por lo general, los hoteles boutique parisinos obligan a los huéspedes a salir para encontrar un lugar donde comer. Aquí es todo lo contrario: es la ciudad la que viene a usted.
Aunque el personal le orientará con gusto cuando le apetezca sentarse en un café de atmósfera típicamente parisina, creemos que podría pasar toda la mañana con un café y un periódico en la elegante biblioteca del hotel o una tarde saboreando cócteles bajo el techo acristalado del bar. Hay incluso un pequeño y tranquilo spa, una rareza entre los hoteles parisinos de este tamaño.
Otra rareza entre los hoteles de tamaño medio, y esto en cualquier parte del mundo, es el servicio de cobertura, sobre todo de la calidad de este. La lujosa ropa de cama es un elemento muy importante, la iluminación es tenue y las zapatillas a los pies de la cama son todo un detalle, pero lo que acabará de enamorarle es el obsequio que le dejarán en su almohada: un bombón de À la Mère de Famille, una institución del barrio (y uno de los mejores chocolateros de París) desde 1761.